Tenéis que leer este blog, y este artículo en particular. Y enormemente recomendable, incluso obligatorio, ver y escuchar las Reflexiones de Repronto, en su tercera temporada. Venga, que luego es tarde.
Etiqueta: divulgación
Saramago y la Luna
Cuando buscaba referencias para la entrada que llamé Paparruchas, encontré este artículo de Carlos López Díaz, en mi humilde opinión lleno de sentido común, que coincide en parte con el contenido de mi post sobre Dragó. Se extiende sobre otras historias y apunta un artículo de José Saramago en El País, titulado Luna.
Tengo que reconocer que Saramago me cae bien, pese a que casi todas las cosas que dice –al margen de la literatura, claro– me parecen tonterías bastante solemnes. Quizá sea esa imagen que ofrece de buen hombre, bien intencionado y mal aconsejado, la que influye en mi ánimo cuando le oigo desbarrar sobre cualquier tema que desconoce de manera íntima, y me vuelve condescendiente. Lo contrario que con la mayoría de los periodistas especializados.
Aprovecho esta nueva oportunidad para abundar en mi profundo desprecio por la actitud de muchos intelectuales, que se jactan de desconocer y abominar de la tecnología y la Ciencia. Verdaderos analfabetos funcionales en la mitad de la sabiduría de nuestra sociedad, que no por eso dejan de opinar sobre temas científicos, como la energía y el medio ambiente. Y digo esto sin segundas.
En un artículo bellamente redactado, y tras flirtear –como tantos otros– con la veracidad de la llegada del Hombre a la Luna, Saramago, lleno de esa desasosegante saudade, escribe:
[…] llego a la desoladora conclusión de que al final ningún gran paso para la humanidad fue dado y que nuestro futuro no está en las estrellas, sino siempre y sólo en la Tierra en que asentamos los pies. Como ya decía en la primera de esas crónicas: ‘No perdamos nosotros la Tierra, que todavía será la única manera de no perder la Luna’ »
No puedo estar más en desacuerdo. La exploración, el descubrimiento, la conquista de lo desconocido son los motores que han llevado a la humanidad a su más alto grado de civilización. Lo contrario es puro conservadurismo. Es miedo a lo inexplorado, es la semilla del provincianismo más obtuso.
No perdamos nosotros la Luna, que todavía será la única manera de no perder la Tierra.
Creadores de opinión
Es terrorífico comprobarlo, pero si se pregunta a alguien por el trato que la prensa da a los temas relacionados con su profesión, la respuesta más suave que se obtiene es «poco riguroso». Sinceramente y sin exageraciones, es cotidiano ver a algún amigo o conocido llevarse las manos a la cabeza leyendo artículos periodísticos escritos de cualquier manera, faltando a la verdad, omitiendo datos fundamentales o confundiendo términos, métodos, nombres o conceptos. Y sólo estoy hablando de datos objetivos, que puede comprobar cualquier persona con suma facilidad (con mucha más facilidad que cuando existía el rigor periodístico), no entro en temas subjetivos, ni por supuesto políticos.
La ciencia, en cualquiera de sus facetas, es la mayor damnificada.
El problema de esta actitud, que comparten ‑sin atisbo alguno de vergüenza- todos y cada uno de los medios escritos y audiovisuales de nuestro país, es que realmente crean opinión, usando información errónea y confundiendo, induciendo a errores, a veces graves, a grandes sectores de la sociedad, que depositan su confianza en la información que reciben de los medios tradicionalmente serios.
Hace unos días escuchaba la radio en el coche cuando el programa «Julia en la onda», de Julia Otero, aglutinó la mayor cantidad de barbaridades por minuto que yo había escuchado desde hacía tiempo. La primera, un clásico. Internet es un invento militar. Antón Reixa dixit. Y los ordenadores también, hombre. Lea usted sobre lo que dice. Para ser un intelectual, no sólo hay que parecerlo.
También dijo que no entendía para qué habíamos ido a la luna, el lumbreras. Con la de cosas que hacen falta aquí. Otro clásico.
Lamentablemente la presentadora después conectó con Jesús Hermida, excelso narrador para TVE del evento más importante de la historia de la Humanidad, que ocurrió el 20 de julio de 1969. Entre chanzas llegaban a la conclusión de lo poco que había aportado la carrera espacial a la humanidad, con los 25.000 millones de dólares que se habían invertido.
Los estudios realizados al respecto indican que por cada dólar invertido en la investigación espacial, se han recuperado entre 7 y 20. Además del kevlar, el velcro, el teflón, los dodotis, los alimentos liofilizados, sin hablar de los avances puramente científicos que las misiones Apolo consiguieron. Un puñado de rocas sin valor, era el resumen de lo conseguido, según los tertulianos. Apagué la radio.
En un país en el que los únicos periodistas especializados son los deportivos y los taurinos, sigue habiendo editores y directivos que se quejan de la decadencia de los medios tradicionales.
Pues vale.
Vuelve «Redes»
Coño, con quince días de retraso. Me he enterado de que ha vuelto REDES, el mejor programa de divulgación científica de la historia de la televisión en España (sí, todo eso), después de seis meses de descanso.
Enhorabuena a Eduardo Punset por continuar con uno de nuestros mejores programas culturales, y un sonoro y vociferante a la mierda a los responsables de Televisión Española, que lo programan a la una y cuarto de la noche del domingo y lo recortan a una mísera media hora (genial, como siempre, la ironía de Punset: «-siguiendo la sugerencia de algunos de los grandes científicos con los que converso-»). En cualquier caso, mejor treinta minutos que ninguno, pero, qué narices, media hora de futuro en la pública no deja de ser una intención. Inténtenlo mejor.