Nunca había encontrado una definición tan concreta de lo que me hace ser amante de la ciencia ficción. Fernando Savater me la brindó el pasado 25 de marzo, con ocasión de la muerte de Arthur C. Clarke, en su artículo Las arenas de Marte, en el diario El País:
Lo más hermoso de la literatura es que constituye una farmacia donde hay remedios para todos nuestros males (salvo la muerte) y tónicos de todo tipo e intensidad. Sólo los pedantes desdeñan a la humilde aspirina porque no cura el cáncer… Arthur C. Clarke fabricó algunas pócimas para esa dolencia extraña, la nostalgia del porvenir. Y quienes hemos recurrido más de una vez a ellas no queremos despedirle sin que le acompañe nuestra gratitud.
El aficionado a la historia añora haber vivido ésta o aquélla batalla, conversado con Julio César o Nerón, o acompañado a Mozart en algún concierto. Haber usado la máquina del tiempo para contemplar el pasado real de la humanidad. (más…)