Hay una teoría matemática que me tiene intrigado y fascinado desde hace unos años. La desarrolló el físico mexicano Miguel Alcubierre, y consiste en un modelo que supondría posibles los viajes a velocidades mayores que la de la luz. La Métrica de Alcubierre describe esencialmente el viaje de un objeto deformando el espacio-tiempo en sí mismo, ya que dentro de él no se puede superar la velocidad de la luz, haciendo que el mismo espacio-tiempo pueda ser deformado a velocidades mayores. Un ejemplo de fácil comprensión es subir una escalera mecánica. La escalera sería en este caso el espacio-tiempo, y el que sube, el objeto que viaja.
La teoría, o hipótesis, o lo que sea, evidentemente, no se sustenta si no existe la energía capaz de deformar ese espacio-tiempo; se necesitaría operar con materia de densidad negativa o materia exótica, desconocida para nosotros ahora.
No es en sí la teoría lo que me maravilla, sino hasta qué punto la ciencia ficción más geek, con la que más identificado me siento, y vivan los frikis del mundo, es capaz de inspirar a científicos serios y responsables, que lo imposible puede ser posible, que el límite del conocimiento es cercano al infinito y hasta qué punto la imaginación y la realidad pueden estar cercanas. En el tiempo que vivimos, donde se ha pasado de aceptar universalmente la evolución de las especies a que cada vez más se hable del creacionismo y del diseño inteligente, la ciencia, y cada vez con más fuerza, nos demuestra que para el hombre la última frontera cada vez está más cerca. Para diseño, el de Alcubierre.
PD. El artículo en español de la Wikipedia lo intenta, pero todavía le queda. Mucho mejor el inglés, mal que nos pese.
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