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Pie­dra, pa­pel, ti­je­ras, la­gar­to, Spock

PPTLSHoy he vis­to el cuar­to ca­pí­tu­lo de la tem­po­ra­da de Plu­tón BRB. Ne­ro. Y la sen­sa­ción es que no es­tu­vo mal. Des­pués de die­ci­séis epi­so­dios, la luz al fi­nal del tú­nel. Al­go más de ac­ción, me­jor ac­tua­do (ex­cep­to Ca­ro­li­na Bang, que es in­sal­va­ble), al­go más di­ver­ti­do. In­clu­so me ha arran­ca­do al­gu­na sonrisa.

La lás­ti­ma es que ac­to se­gui­do he vis­to el cuar­to ca­pí­tu­lo de la tem­po­ra­da de The Big Bang Theory. Ocu­rren­te, hi­la­ran­te, in­te­li­gen­te, chis­pean­te, di­ver­ti­da, rít­mi­ca. Bien in­ter­pre­ta­da, bien rea­li­za­da, bien mon­ta­da, bien me­di­da. TBBT es una se­rie so­bre fri­quis, con gui­ños pa­ra fri­quis, con ar­gu­men­tos pa­ra fri­quis, que, co­mo Fu­tu­ra­ma, ha­ce pa­sar es­tu­pen­dos ra­tos a cual­quie­ra que la vea, sea fri­qui o no. Es lo bueno de las bue­nas ideas bien de­sa­rro­lla­das; siem­pre sa­len bien.

Des­gra­cia­da­men­te, Plu­tón es una se­rie me­dio­cre, por no de­cir ma­la, o muy ma­la, por­que se equi­vo­có en el plan­tea­mien­to. El pú­bli­co de una co­me­dia en una na­ve es­pa­cial es el que es. De­be­ría­mos apren­der de una pu­ñe­te­ra vez lo que los ame­ri­ca­nos ha­cen bien, y có­mo se ha­ce; ya lo vi­mos en Sie­te Vi­das, no es tan di­fí­cil. The Big Bang Theory es una co­me­dia pa­ra fri­quis que se emi­te en Pri­me Ti­me y no tie­ne pro­ble­mas de au­dien­cia. Plu­tón BRB. Ne­ro es una co­me­dia pa­ra fri­quis que se emi­te en la 2 a las 11 de la no­che, y que los fri­quis ve­mos por pu­ra militancia.

Álex de la Igle­sia ha re­su­ci­ta­do el blog de la se­rie, y le­yen­do los úl­ti­mos posts pa­re­ce que es­tá real­men­te com­pla­ci­do con el re­sul­ta­do. No lo en­tien­do, pa­re­ce que es cier­to que uno se ena­mo­ra de su pro­pia mier­da, y per­dón por la ex­pre­sión. Pe­ro la au­to­com­pla­cen­cia no lle­va ge­ne­ral­men­te a la me­jo­ra de na­da. Es­tan­ca la evo­lu­ción y en­gran­de­ce las miserias.

La­men­to es­cri­bir una en­tra­da tan ne­ga­ti­va con una co­sa en lu­gar de ha­ber­la re­dac­ta­do en po­si­ti­vo con otra, pe­ro leer el blog de Plu­tón me lo ha im­pe­di­do. Y la me­jor ma­ne­ra de en­sal­zar las bon­da­des de The Big Bang es ani­ma­ros a ver­la. Me­re­ce la pe­na, aun­que no seáis friquis.

Yo por mi par­te se­gui­ré mi­li­tan­do ca­da miér­co­les. Qué va­mos a hacer.

PD. Los que véis TBBT sa­béis de qué va el tí­tu­lo de es­te post. Los que no, ved la se­rie. Si no que­réis es­pe­rar, os lo es­poi­le­ri­zo a continuación.


Bang!

Y es­cri­bi­ré creo que ma­ña­na una en­tra­da so­bre The Big Bang Theory. Véan­la que ya es­tán tar­dan­do. Y mucho.

Fan­dom

Trans­cri­bo di­rec­ta­men­te de Wikipedia:

Fan­dom es una pa­la­bra de ori­gen in­glés (Fan King­dom), que se re­fie­re al con­jun­to de afi­cio­na­dos a al­gún pa­sa­tiem­po, per­so­na o fe­nó­meno en par­ti­cu­lar. Ca­be acla­rar que el tér­mino fan­dom se aso­cia más con los afi­cio­na­dos a la cien­cia fic­ción o a la li­te­ra­tu­ra fan­tás­ti­ca. Tam­bién se sue­le apli­car es­te tér­mino a las co­mu­ni­da­des en In­ter­net que dis­cu­ten te­mas re­la­cio­na­dos con el te­ma de su afi­ción. Los de­trac­to­res de es­te ti­po de afi­cio­na­dos sue­len men­cio­nar que el fan­dom res­trin­ge el círcu­lo de amis­ta­des de los in­te­gran­tes, al ha­cer­los sen­tir que los úni­cos que en­ten­de­rán sus pre­fe­ren­cias y con los que va­le la pe­na re­la­cio­nar­se, son per­so­nas em­be­bi­das en el te­ma de su pasatiempo»

A los de­trac­to­res de­di­co ca­ri­ño­sa­men­te es­te post.

Yo ten­go fun­da­men­tal­men­te dos pa­sa­tiem­pos (apar­te de es­cri­bir por aquí, cla­ro). Uno es la cien­cia fic­ción, el otro es can­tar en un co­ro. Re­cuer­do fiel­men­te cuan­do un afi­cio­na­do al golf, en­te ca­paz de le­van­tar­se a las cin­co de la ma­ña­na y co­mer só­lo un sand­wich pa­ra es­tar dan­do gol­pe­ci­tos a una pe­lo­ti­ta du­ran­te do­ce ho­ras se­gui­das, nin­gu­nea­ba mi afi­ción ca­no­ra: «Pues va­ya gi­li­po­lle­ces a las que te de­di­cas», de­cía, el de la pe­lo­ti­ta, cuan­do me di­ri­gía a in­ter­pre­tar a Schu­bert, y a Haydn, en­tre otros fri­quis.

¿Qué lees? Me pre­gun­ta­ba otra ami­ga, mien­tras me em­pa­pa­ba Soy le­yen­da, de Ri­chard Mathe­son. «Cien­cia Fic­ción», di­je yo, mien­tras ob­ser­va­ba una va­ga­men­te con­te­ni­da son­ri­si­lla in­te­lec­tua­loi­de. Ella lle­va­ba ba­jo el bra­zo un elem­plar de El có­di­go Da Vin­ci.

Ah, y mi que­ri­do ami­go tuno, el que me acu­sa­ba de fri­qui por ir al ci­ne a ver Star Trek. El que sa­le a la ca­lle con cal­zas, me­dias y capa…

Re­sul­ta in­con­ce­bi­ble que al­guien ob­je­ti­va­men­te ca­paz de leer «Fic­cio­nes», de Jor­ge Luis Bor­ges, o «Las ciu­da­des in­vi­si­bles» de Ita­lo Cal­vino, no se de cuen­ta de que lo que lee es cien­cia fic­ción y li­te­ra­tu­ra fan­tás­ti­ca. O el que ve 2001, de Ku­brick, o Alpha­vi­lle, de Go­dard, o Me­tro­po­lis, de Fritz Lang. O el que ve Re­des, el pro­gra­ma de Punset.

Yo in­vi­to a to­dos a dar un gar­beo por in­ter­net, y di­ver­tir­se en­con­tran­do blogs so­bre es­pi­ri­tis­mo, as­tro­lo­gía, el po­der cu­ra­ti­vo de las pi­rá­mi­des, el di­se­ño in­te­li­gen­te o el crea­cio­nis­mo, el alar­ga­mien­to de pe­ne o los ori­nes de Chu­ma­ri. Ésos si que son fri­quis, hom­bre. Los in­for­má­ti­cos gor­di­tos no. Ellos nos han cons­trui­do la blo­gos­fe­ra, pa­ra que po­da­mos me­ter­nos con ellos a nues­tras anchas.

Y los del man­ga tam­po­co. ¿Qué hu­bie­ra si­do de nues­tra ge­ne­ra­ción sin Mazinger‑Z?

¿El doc­tor qué?

TARDIS

En el blog del que­ji­ca no po­día fal­tar una re­fe­ren­cia a Doc­tor Who —qui­zá la se­rie de cien­cia fic­ción más co­no­ci­da del mun­do tras Star Trek, y se­gu­ro que la más lon­ge­va— y al tra­ta­mien­to que se le ha da­do en nues­tro país.

En Es­pa­ña la pri­me­ra tem­po­ra­da de la se­rie de 2005 (ni ha­blar de la po­si­bi­li­dad re­mo­ta de res­ca­tar, do­blar o sub­ti­tu­lar la de 1963) se emi­tió ha­ce dos años y me­dio en la ca­de­na de pa­go people+arts con un pé­si­mo do­bla­je, en for­ma­to 4:3, sin pe­na ni glo­ria. Hay que de­cir que la te­má­ti­ca del ca­nal vie­ne a ser co­mo la de Cos­mo­po­li­tan, así que co­mo si no se hu­bie­ra emi­ti­do. Aun­que yo la vie­ra. Hay que des­ta­car que el año pa­sa­do fue res­ca­ta­da por Sci­Fi Es­pa­ña, con nue­vo do­bla­je (ni que de­cir tie­ne que yo ya la ha­bía vis­to com­ple­ta en in­glés, cla­ro) y que, fiel a su po­lí­ti­ca de emi­tir los pro­gra­mas mal y tar­de, no sé a qué es­pe­ra a pro­gra­mar el res­to, co­ño, que en el Rei­no Uni­do se ha aca­ba­do de emi­tir la cuar­ta tem­po­ra­da. (más…)

May the 4th be with you

¡Fe­liz día de La Gue­rra de las Ga­la­xias! Vía Alt1040.

Al­cu­bie­rre y el mo­tor Warp

Hay una teo­ría ma­te­má­ti­ca que me tie­ne in­tri­ga­do y fas­ci­na­do des­de ha­ce unos años. La de­sa­rro­lló el fí­si­co me­xi­cano Mi­guel Al­cu­bie­rre, y con­sis­te en un mo­de­lo que su­pon­dría po­si­bles los via­jes a ve­lo­ci­da­des ma­yo­res que la de la luz. La Mé­tri­ca de Al­cu­bie­rre des­cri­be esen­cial­men­te el via­je de un ob­je­to de­for­man­do el es­pa­cio-tiem­po en sí mis­mo, ya que den­tro de él no se pue­de su­pe­rar la ve­lo­ci­dad de la luz, ha­cien­do que el mis­mo es­pa­cio-tiem­po pue­da ser de­for­ma­do a ve­lo­ci­da­des ma­yo­res. Un ejem­plo de fá­cil com­pren­sión es su­bir una es­ca­le­ra me­cá­ni­ca. La es­ca­le­ra se­ría en es­te ca­so el es­pa­cio-tiem­po, y el que sube, el ob­je­to que via­ja. (más…)