Esta mañana llevé a mi hija al colegio; había llovido y el suelo estaba encharcado. Además, un poco de niebla hacía el aire especialmente húmedo, como el que se respira en la ducha. Los niños subieron a clase tras el timbre sin prisa pero ordenadamente, y en un par de minutos el patio del colegio se quedó desierto, dejando solo el feo edificio en una mañana brumosa llena de silencio. Y gris.
El silencio y la niebla me recordaron Battlestar Galactica, y la terrible y continua sensación de soledad que consigue transmitir en cada minuto, que como esa niebla de fondo te chilla a cada momento que no hay esperanza, que sólo unos pocos vagan sin rumbo y hacia ningún sitio después de casi ser exterminados. Después me fui a trabajar y al rato salió el sol.
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