Me he resistido desde el inicio de este blog a citar textualmente artículos o textos completos de otros autores. Es más, creo y espero que será la primera y la última. No obstante, y dado el contenido del artículo que voy a reproducir, me veo en la obligación de difundirlo, por varias razones. Una, porque viene de uno de mis blogs raros favoritos; dos, porque nadie que yo conozca ha expuesto de una manera menos dogmática y más amable (sin faltar a la realidad) una visión tan poco prejuiciosa del presente y del futuro cercanos; tres, porque no he encontrado una reflexión más limpia sobre el futuro desde hace (muchísimo) tiempo, y por último, porque dudo que nadie me denuncie a la SGAE. Al fin y al cabo, familiae nihil a me alienum puto.
El hombre y su vida sobre este planeta (VI), por Adolfo Castilla. 24 de septiembre de 2007.
Tres pequeñas reflexiones al hilo de esta breve incursión en la Filosofía y en la Ciencia. Una, la constatación de que la pérdida de referencias que supuso el Renacimiento y la entrada en la filosofía moderna, debió ser incomparablemente más intensa y grave que la crisis actual del pensamiento. Revisando la labor de los grandes filósofos nos parece todo un proceso lógico y continuo, pero nadie nos habla de lo que debió ser la vida de las personas corrientes. De algo de eso tenemos crueles muestras: Giordano Bruno, entre muchos otros, fue acusado de hereje y quemado vivo en la plaza pública. Otra, la constatación también de que los grandes descubrimientos filosóficos de hace tres siglos están hoy sometidos de nuevo a revisión. Y una tercera, que en paralelo con esos avances del pensamiento de ayer y de hoy, en paralelo con las dudas y vacilaciones, los hombres en la época de la Ilustración y en la época actual, siguen avanzando en el desarrollo de nuevas tecnologías y nuevos servicios, aparentemente sin grandes conexiones entre ambas actividades.
La no admisión de dogmas es algo implícito a esta cultura de final del milenio y de ello algunos sacan conclusiones muy pesimistas. Aparte de los que sencillamente no reflexionan o de los que sólo piensan en el corto plazo y en el beneficio inmediato, cuatro grandes actitudes reflexivas pueden encontrarse hoy entre nosotros. Una, la pesimista: reactiva, conservadora y en sus peores versiones, apocalíptica, fundamentalista y dogmática. Otra, la optimista a ultranza: la tecnología y la ciencia nos ha traído hasta aquí y la tecnología y la ciencia nos sacará de aquí. Otra, la escéptica: quizás reflejada en la frase de Isaiah Berlin, «Creo que el escepticismo es un valor eterno que debemos preservar. Flotamos en un barco sin capitán e ignoramos dónde está el puerto. Hay que seguir, pues, navegando» Y una cuarta, a la que me gustaría adscribirme, la evolutiva: para bien o para mal nuestro mundo está en marcha y, a pesar de todos los males en él vigentes, un porcentaje cada vez más amplio de nuestra población parece vivir medianamente bien durante cada vez más largos periodos de tiempo. Por otra parte, nuestro planeta, nuestro sistema solar y nuestra raza pueden desaparecer mañana, pero también pueden durar cincuenta milenios más, como nos dicen astrónomos y cosmólogos. En resumen, no es mala idea colaborar con la evolución en cuanto al destino de eso a lo que hoy llamamos Hombre. (Ver Sorman, 1991 y Tezanos, Montero y Diaz 1997)
La última puede que sea una actitud prospectiva, ya que el verdadero prospectivista debe ser como el timonel de un barco en medio de la tempestad. Su misión es la de no abandonar el timón y tener esperanza en que la calma llegará y el sol volverá a salir como cada mañana. Mientras tanto, rolar con el viento y contribuir con su esfuerzo a sacar partido del empuje de las olas adaptándose a ellas, es la mejor recomendación. Al menos esa es la apuesta de una prospectivista, o futurista, americana muy activa en los años 90, Barbara Max Hubbar, autora de libros éxito tales como Conscious Evolution y The Revelation. A Message of Hope for the New Millennium. (Max Hubbar, 1995 y 1998)
Contribuir con la evolución y aceptar conscientemente el papel de co-creadores con Dios de nuestro mundo, es la propuesta de esta autora. Ideas como, que la verdadera naturaleza de nuestro mundo es la transformación y el cambio, que estamos en medio de una gran metamorfosis o cambio cuántico, que aceptarlo y colaborar a la transición son las posturas adecuadas y que es posible un «despertar» del hombre moderno y la aparición de una consciencia colectiva a favor de un mundo mejor que el actual, son descritas en sus obras y sus conferencias con gran poder de persuasión. Existe según ella la posibilidad clara de la aparición en nuestro mundo de una consciencia colectiva, ética, ecologista, evolutiva, humanista y espiritualista, que permita al mundo conjurar y superar las amenazas procedentes de la polución y el deterioro del medio ambiente, de la tecnología avanzada de nuestros días, del agotamiento de los recursos naturales, de la superpoblación y, de la desigualdad, entre otros problemas. Explicar cómo ese salto hacia la evolución consciente se puede dar e invitar a los habitantes de nuestro mundo a hacerlo, es también parte de lo que sus libros y las instituciones por ella creadas, están tratando de hacer.»
Pues muchas gracias, don Adolfo, y anímense y visiten este blog.
Para más información sobre Barbara Max Hubbard, están disponibles los siguientes enlaces:
http://www.barbaramarxhubbard.com
Deja una respuesta