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Atro­pe­llo

Nues­tro go­bierno ha con­se­gui­do dos hi­tos his­tó­ri­cos: el pri­me­ro, po­ner de acuer­do —en su con­tra— a una bue­na par­te del elec­to­ra­do pen­san­te de iz­quier­da y de­re­cha; el se­gun­do, que yo mien­te la po­lí­ti­ca abier­ta­men­te en es­te blog.

Nues­to go­bierno quie­re apro­bar una ley que cons­ti­tu­ye el ma­yor atro­pe­llo a la li­ber­tad y los de­re­chos fun­da­men­ta­les de to­da la de­mo­cra­cia, só­lo su­pe­ra­da por el frus­tra­do gol­pe de es­ta­do de fe­bre­ro de 1981 y la fra­ca­sa­da Ley Cor­cue­ra, más co­no­ci­da por la Ley de la pa­ta­da en la puer­ta.

No so­lo es una ley mons­truo­sa por lo que sig­ni­fi­ca, —que en la prác­ti­ca cual­quier web po­drá ser ce­rra­da si la co­mi­sión crea­da al efec­to lo con­si­de­ra opor­tuno— sino por el agra­vio com­pa­ra­ti­vo que su­po­ne pri­mar un su­pues­to de­li­to (con­tra la pro­pie­dad in­te­lec­tual) fren­te a la in­men­sa ma­yo­ría del res­to de ellos. Y di­go su­pues­to por­que las webs de en­la­ces, que son las su­pues­tas víc­ti­mas de la nue­va ley, has­ta el día de la fe­cha han ga­na­do prác­ti­ca­men­te to­dos los jui­cios a los que se han vis­to sometidas.

No en­tro a va­lo­rar nues­tras le­yes de pro­pie­dad in­te­lec­tual, ni el su­pues­to pro­ble­ma de las des­car­gas, por­que ya me he sa­li­do bas­tan­te de la lí­nea edi­to­rial de mi blog. Pa­ra eso hay mi­les de fo­ros más pre­pa­ra­dos y ame­nos. Pe­ro a lo que no es­toy dis­pues­to es a que pi­so­teen y ame­na­cen mis li­ber­ta­des con el pre­tex­to de que su in­dus­tria se hunde.

Cuan­do to­dos sa­ben que la in­dus­tria real­men­te se hun­de ha­cien­do co­sas co­mo es­ta.

Y si quie­ren más in­for­ma­ción pue­den leer es­to.

Fe­liz 2010, o La en­tra­da de ori­gi­nal título

Pues ya lle­gó. Hoy es­ta hu­mil­de bi­tá­co­ra co­mien­za, co­mo las re­vis­tas an­ti­guas, su Año 3 –que no su ter­cer año– ya que cum­pli­rá dos el pró­xi­mo mar­zo. Ha­gan us­te­des las cuen­tas, y ve­rán de cuán­tas ma­ne­ras se pue­de me­dir el tiempo.

En es­tos días en que com­ple­ta­mos una ór­bi­ta más al­re­de­dor del Sol, a to­dos nos aprie­tan los re­sú­me­nes por de­trás y los pro­pó­si­tos por de­lan­te. Una suer­te de sand­wich vi­tal, del que in­ten­ta­mos sa­lir en el mis­mo día. Re­co­pi­la­to­rios y anun­cios de nue­vos pro­gra­mas en la te­le. Lan­za­mien­to de nue­vos pro­duc­tos en cuan­to pa­sen los Re­yes Su­fi­cien­te­men­te Avan­za­dos Tec­no­ló­gi­ca­men­te. Nue­vos re­tos, nue­vas ideas, nue­vos áni­mos, vie­jas intenciones.

Ha si­do un año en el que he es­ta­bi­li­za­do mi cua­derno, y se­rá el año en el que de­je de de­cir blog. He de­ci­di­do usar me­jor mi idio­ma. Bi­tá­co­ra, co­mo la del na­ve­gan­te. Fri­qui en vez de geek, (por­que ade­más tie­ne ma­la tra­duc­ción), en­tra­da o ar­tícu­lo en lu­gar de post.

Y voy a ha­blar­les a to­dos de us­ted, por­que se lo merecen.

Es­te es un cua­derno orien­ta­do ha­cia la cien­cia fic­ción y el fu­tu­ro, pe­ro es un cua­derno per­so­nal. Al me­nos se ha con­ver­ti­do en eso; y por eso a ve­ces la te­má­ti­ca ha si­do só­lo una ex­cu­sa pa­ra ha­blar de otras co­sas. He in­ten­ta­do po­ten­ciar la se­rie de Ex­trac­tos Mí­ni­mos, y quie­ro se­guir ha­cién­do­lo en el año que en­tra. He des­po­tri­ca­do de lo que me ha ve­ni­do en ga­na, y el año nue­vo lo ha­ré otra vez, las ve­ces que ha­ga fal­ta. Es­cri­bo po­co, pe­ro lo ha­go cuan­do me ape­te­ce. Hay co­sas que cam­bia­ré y otras que no. Ya veremos.

Es­te ha si­do el año de la cri­sis, y del 40 ani­ver­sa­rio de la lle­ga­da a la lu­na. Del fi­nal de Battles­tar Ga­lac­ti­ca y del re­ini­cio de Star Trek. Es­te ha si­do el año de Torch­wood y del des­cu­bri­mien­to de agua en nues­tro sa­té­li­te. El año en que la te­le­vi­sión en Es­pa­ña vuel­ve a ol­vi­dar­se de nues­tro gé­ne­ro. El año en el que unos in­de­sea­bles han in­ten­ta­do vio­lar nues­tros de­re­chos fun­da­men­ta­les en una ley so­bre eco­no­mía. El año de la des­pe­di­da del Dé­ci­mo Doc­tor.

Ya só­lo me que­da de­sear­les que el año que en­tra les trai­ga sa­lud. Can­ti­da­des in­dus­tria­les de sa­lud, a to­dos. Y de mo­do ac­ce­so­rio, que se re­vi­ta­li­ce la pre­sen­cia del hom­bre en el es­pa­cio, con ca­pi­tal pú­bli­co o pri­va­do, por­que si­go pen­san­do que se­rá lo que nos sal­ve de no­so­tros mismos.

Un abra­zo.

The Plan

The Plan es una pe­lí­cu­la ex­tra­ña. He leí­do bas­tan­tes crí­ti­cas y eso, son bas­tan­te crí­ti­cas. Pres­cin­di­ble, va­cía, de­cep­cio­nan­te. Etcétera.

Creo que mu­chos fans de la se­rie es­pe­ra­ban El Plan. El plan con ma­yús­cu­las. La pri­me­ra gue­rra Cy­lon. Có­mo lle­ga­ron los cin­co pri­me­ros, có­mo con­tac­ta­ron con los cen­tu­rio­nes, có­mo se ges­ta­ron los mo­de­los hu­ma­noi­des. Por qué el ata­que a las colonias.

No ol­vi­de­mos que el guión es­tá es­cri­to por Ja­ne Es­pen­son, al­ma ma­ter y ex–show­run­ner de Ca­pri­ca, cu­yo pi­lo­to, mag­ní­fi­ca obra de la me­jor cien­cia fic­ción ac­tual, vol­vía a ser, co­mo en los me­jo­res mo­men­tos de BSG, una fi­ní­si­ma mez­cla de per­so­na­jes y cir­cuns­tan­cias, de hu­ma­nas y com­ple­jas situaciones.

Eso es The Plan. El por­qué del cam­bio de com­por­ta­mien­to de los cy­lon. La evo­lu­ción per­so­nal de los nue­vos mo­de­los, des­de la ab­so­lu­ta psi­co­pa­tía del Ca­vil de Ga­lac­ti­ca a la to­tal trans­for­ma­ción de Si­mon, pa­san­do por el cal­va­rio de Boo­mer al des­cu­brir su ver­da­de­ra con­di­ción. La hu­ma­ni­za­ción de ca­si au­tén­ti­cos humanos.

En­ton­ces, ¿qué es lo que no funciona?.

Efec­ti­va­men­te, The Plan es una pe­lí­cu­la pres­cin­di­ble den­tro de la his­to­ria, en el sen­ti­do de que no apor­ta nin­gu­na in­for­ma­ción que des­ve­le nue­vas cla­ves. Tam­po­co lo ha­cía Ra­zor, y real­men­te era una pe­lí­cu­la so­ber­bia. El pro­ble­ma es de am­bi­ción. Creo que The Plan es una mi­ni­se­rie frus­tra­da. Ha­bría si­do fan­tás­ti­co ce­rrar el círcu­lo con una mi­ni­se­rie co­mo la pri­me­ra. Un acer­ca­mien­to de­ta­lla­do a los per­so­na­jes, ha­ber pro­fun­di­za­do más en al­guno de los ca­rac­te­res, y ló­gi­ca­men­te ha­ber re­tro­ce­di­do en el tiem­po has­ta la lle­ga­da de los cin­co primeros.

Pe­ro no me ha dis­gus­ta­do en ab­so­lu­to. Pe­se a al­gu­nas es­ce­nas su­per­fluas y una di­rec­ción un po­co pla­na. Y el abu­so del ar­chi­ve foo­ta­ge. Pe­ro es­pe­ra­ba mu­cho me­nos. Me que­do con la idea.

In­exac­ti­tu­des

En es­te ar­tícu­lo, de fe­cha 26 de di­ciem­bre, de Mi­cro­sier­vos, uno de los blogs en es­pa­ñol más lei­dos, se ha­ce una crí­ti­ca (que no en­tro a va­lo­rar) de la se­rie Star­ga­te: Uni­ver­se, el se­gun­do spin – off de la se­rie Star­ga­te: SG – 1, in­tro­du­cien­do va­rias inexactitudes:

Así que o bien se po­nen las pi­las en los ca­pí­tu­los res­tan­tes de la tem­po­ra­da pa­ra ir de­sa­rro­llan­do un ar­co ar­gu­men­tal que lle­ve a al­gún si­tio, o ten­go mis du­das de que la re­nue­ven pa­ra una se­gun­da tem­po­ra­da.

En es­te sen­ti­do hay que acla­rar que el anun­cio de la re­no­va­ción de la se­rie pa­ra la se­gun­da tem­po­ra­da se pro­du­jo el pa­sa­do 14 de diciembre.

Aun­que tam­bién es cier­to que la pri­me­ra tem­po­ra­da de Star­ga­te, que al fi­nal ter­mi­nó sien­do la se­rie de cien­cia fic­ción que más tiem­po es­tu­vo en emi­sión de for­ma con­ti­nua de la his­to­ria, era muy flo­ja, así que ha­brá que dar­le una oportunidad.

Y aquí, só­lo de­cir que la se­rie de cien­cia fic­ción que más tiem­po ha es­ta­do en emi­sión de for­ma con­ti­nua es Doc­tor Who, des­de el 23 de no­viem­bre de 1963 al 6 de di­ciem­bre de 1989 (26 años), con las pa­ra­das ló­gi­cas de ca­da tem­po­ra­da, al igual que SG‑1.

Aho­ra di­réis que soy un pun­ti­llo­so, pe­ro creo que es fun­da­men­tal al in­for­mar no dar de­ta­lles in­ne­ce­sa­rios si no se con­tras­tan. Eso res­ta cre­di­bi­li­dad al res­to de la in­for­ma­ción y da muy ma­la ima­gen al lec­tor in­for­ma­do. Es obli­ga­ción del que in­for­ma en in­ter­net ser lo más ri­gu­ro­so po­si­ble a la ho­ra de ha­cer­lo, má­xi­me si se sa­be que hay una gran can­ti­dad de per­so­nas que leen esa in­for­ma­ción. En el ca­so de Mi­cro­sier­vos, 1.300.000 se­gún sus pro­pios da­tos, en fe­bre­ro de 2009.

Yo soy uno de esos lec­to­res y lo se­gui­ré sien­do, por­que la ca­li­dad del blog y su es­fuer­zo di­vul­ga­dor de la cien­cia y la tec­no­lo­gía son dig­nos de men­ción, pe­ro creo que por el de­ta­lle se ga­na y se pier­de pres­ti­gio, y se pier­de más del que se ga­na. Por eso es tan importante.

Es­pe­ro que si en­con­tráis co­sas así en es­ta hu­mil­de bi­tá­co­ra, me lo ha­gáis sa­ber in­me­dia­ta­men­te pa­ra co­rre­gir­me con ra­pi­dez. Lo agra­dez­co de antemano.

Am­bien­tes

Es­ta ma­ña­na lle­vé a mi hi­ja al co­le­gio; ha­bía llo­vi­do y el sue­lo es­ta­ba en­char­ca­do. Ade­más, un po­co de nie­bla ha­cía el ai­re es­pe­cial­men­te hú­me­do, co­mo el que se res­pi­ra en la du­cha. Los ni­ños su­bie­ron a cla­se tras el tim­bre sin pri­sa pe­ro or­de­na­da­men­te, y en un par de mi­nu­tos el pa­tio del co­le­gio se que­dó de­sier­to, de­jan­do so­lo el feo edi­fi­cio en una ma­ña­na bru­mo­sa lle­na de si­len­cio. Y gris.

El si­len­cio y la nie­bla me re­cor­da­ron Battles­tar Ga­lac­ti­ca, y la te­rri­ble y con­ti­nua sen­sa­ción de so­le­dad que con­si­gue trans­mi­tir en ca­da mi­nu­to, que co­mo esa nie­bla de fon­do te chi­lla a ca­da mo­men­to que no hay es­pe­ran­za, que só­lo unos po­cos va­gan sin rum­bo y ha­cia nin­gún si­tio des­pués de ca­si ser ex­ter­mi­na­dos. Des­pués me fui a tra­ba­jar y al ra­to sa­lió el sol.

Ma­ni­fies­to en de­fen­sa de los de­re­chos fun­da­men­ta­les en Internet

An­te la in­clu­sión en el An­te­pro­yec­to de Ley de Eco­no­mía sos­te­ni­ble de mo­di­fi­ca­cio­nes le­gis­la­ti­vas que afec­tan al li­bre ejer­ci­cio de las li­ber­ta­des de ex­pre­sión, in­for­ma­ción y el de­re­cho de ac­ce­so a la cul­tu­ra a tra­vés de In­ter­net, los pe­rio­dis­tas, blog­gers, usua­rios, pro­fe­sio­na­les y crea­do­res de in­ter­net ma­ni­fes­ta­mos nues­tra fir­me opo­si­ción al pro­yec­to, y de­cla­ra­mos que…

1.- Los de­re­chos de au­tor no pue­den si­tuar­se por en­ci­ma de los de­re­chos fun­da­men­ta­les de los ciu­da­da­nos, co­mo el de­re­cho a la pri­va­ci­dad, a la se­gu­ri­dad, a la pre­sun­ción de ino­cen­cia, a la tu­te­la ju­di­cial efec­ti­va y a la li­ber­tad de expresión.

2.- La sus­pen­sión de de­re­chos fun­da­men­ta­les es y de­be se­guir sien­do com­pe­ten­cia ex­clu­si­va del po­der ju­di­cial. Ni un cie­rre sin sen­ten­cia. Es­te an­te­pro­yec­to, en con­tra de lo es­ta­ble­ci­do en el ar­tícu­lo 20.5 de la Cons­ti­tu­ción, po­ne en ma­nos de un ór­gano no ju­di­cial ‑un or­ga­nis­mo de­pen­dien­te del mi­nis­te­rio de Cultura‑, la po­tes­tad de im­pe­dir a los ciu­da­da­nos es­pa­ño­les el ac­ce­so a cual­quier pá­gi­na web.

3.- La nue­va le­gis­la­ción crea­rá in­se­gu­ri­dad ju­rí­di­ca en to­do el sec­tor tec­no­ló­gi­co es­pa­ñol, per­ju­di­can­do uno de los po­cos cam­pos de de­sa­rro­llo y fu­tu­ro de nues­tra eco­no­mía, en­tor­pe­cien­do la crea­ción de em­pre­sas, in­tro­du­cien­do tra­bas a la li­bre com­pe­ten­cia y ra­len­ti­zan­do su pro­yec­ción internacional.

4.- La nue­va le­gis­la­ción pro­pues­ta ame­na­za a los nue­vos crea­do­res y en­tor­pe­ce la crea­ción cul­tu­ral. Con In­ter­net y los su­ce­si­vos avan­ces tec­no­ló­gi­cos se ha de­mo­cra­ti­za­do ex­tra­or­di­na­ria­men­te la crea­ción y emi­sión de con­te­ni­dos de to­do ti­po, que ya no pro­vie­nen pre­va­len­te­men­te de las in­dus­trias cul­tu­ra­les tra­di­cio­na­les, sino de mul­ti­tud de fuen­tes diferentes.

5.- Los au­to­res, co­mo to­dos los tra­ba­ja­do­res, tie­nen de­re­cho a vi­vir de su tra­ba­jo con nue­vas ideas crea­ti­vas, mo­de­los de ne­go­cio y ac­ti­vi­da­des aso­cia­das a sus crea­cio­nes. In­ten­tar sos­te­ner con cam­bios le­gis­la­ti­vos a una in­dus­tria ob­so­le­ta que no sa­be adap­tar­se a es­te nue­vo en­torno no es ni jus­to ni rea­lis­ta. Si su mo­de­lo de ne­go­cio se ba­sa­ba en el con­trol de las co­pias de las obras y en In­ter­net no es po­si­ble sin vul­ne­rar de­re­chos fun­da­men­ta­les, de­be­rían bus­car otro modelo.

6.- Con­si­de­ra­mos que las in­dus­trias cul­tu­ra­les ne­ce­si­tan pa­ra so­bre­vi­vir al­ter­na­ti­vas mo­der­nas, efi­ca­ces, creí­bles y ase­qui­bles y que se ade­cuen a los nue­vos usos so­cia­les, en lu­gar de li­mi­ta­cio­nes tan des­pro­por­cio­na­das co­mo in­efi­ca­ces pa­ra el fin que di­cen perseguir.

7.- In­ter­net de­be fun­cio­nar de for­ma li­bre y sin in­ter­fe­ren­cias po­lí­ti­cas aus­pi­cia­das por sec­to­res que pre­ten­den per­pe­tuar ob­so­le­tos mo­de­los de ne­go­cio e im­po­si­bi­li­tar que el sa­ber hu­mano si­ga sien­do libre.

8.- Exi­gi­mos que el Go­bierno ga­ran­ti­ce por ley la neu­tra­li­dad de la Red en Es­pa­ña, an­te cual­quier pre­sión que pue­da pro­du­cir­se, co­mo mar­co pa­ra el de­sa­rro­llo de una eco­no­mía sos­te­ni­ble y rea­lis­ta de ca­ra al futuro.

9.- Pro­po­ne­mos una ver­da­de­ra re­for­ma del de­re­cho de pro­pie­dad in­te­lec­tual orien­ta­da a su fin: de­vol­ver a la so­cie­dad el co­no­ci­mien­to, pro­mo­ver el do­mi­nio pú­bli­co y li­mi­tar los abu­sos de las en­ti­da­des gestoras.

10.- En de­mo­cra­cia las le­yes y sus mo­di­fi­ca­cio­nes de­ben apro­bar­se tras el opor­tuno de­ba­te pú­bli­co y ha­bien­do con­sul­ta­do pre­via­men­te a to­das las par­tes im­pli­ca­das. No es de re­ci­bo que se reali­cen cam­bios le­gis­la­ti­vos que afec­tan a de­re­chos fun­da­men­ta­les en una ley no or­gá­ni­ca y que ver­sa so­bre otra materia.

Es­te ma­ni­fies­to, ela­bo­ra­do de for­ma con­jun­ta por va­rios au­to­res, es de to­dos y de nin­guno. Si quie­res su­mar­te a él, di­fún­de­lo por Internet. 

We are coming

Cues­tio­nar los es­crú­pu­los de los po­lí­ti­cos —de cual­quier signo, acla­ro— en los tiem­pos que co­rren es una ta­rea ar­dua. Y no por­que no den mues­tra de su fal­ta de ma­ne­ra co­ti­dia­na, sino por­que se es­can­da­li­zan y se ras­gan las ves­ti­du­ras, los muy cí­ni­cos, pre­ten­dien­do que son só­lo unos po­cos los que ac­túan de for­ma in­tere­sa­da, y que la in­men­sa ma­yo­ría de ellos son unos ben­di­tos ser­vi­do­res de la so­cie­dad, que de­rro­chan su vi­da y su tra­ba­jo co­mo her­ma­ni­tas de la ca­ri­dad, en pos de la so­cie­dad y de los ciu­da­da­nos, a ries­go de su sa­lud y su familia.

Y una mier­da, hombre.

En­ci­ma los me­dios de co­mu­ni­ca­ción se en­car­gan de ma­cha­car el men­sa­je. La cla­se po­lí­ti­ca es bue­na, só­lo hay al­gu­nos co­rrup­tos, só­lo unos po­cos son ma­los, el res­to es gen­te de bien que se preo­cu­pa por nosotros.

Co­mo siem­pre, la Cien­cia Fic­ción —con ma­yús­cu­las— se ocu­pa de ob­viar esa co­rrec­ción po­lí­ti­ca, de de­cir las ver­da­des con otras pa­la­bras, de tra­du­cir una reali­dad tra­ves­ti­da al len­gua­je de la trá­gi­ca y de­ni­gran­te ver­dad. Des­de que Star Trek em­pe­za­ra a de­nun­ciar el ra­cis­mo, la gue­rra de Viet­nam, el ma­chis­mo o la ho­mo­fo­bia es­cu­dán­do­se en guio­nes de na­ves es­pa­cia­les, esa Cien­cia Fic­ción ha pa­sa­do de abor­dar el te­ma del te­rro­ris­mo, con to­da su cru­de­za, en Battles­tar Ga­lac­ti­ca, a de­nun­ciar la ab­yec­ción de la po­lí­ti­ca y la po­dre­dum­bre del es­ta­do en Torch­wood: Chil­dren of Earth, la ter­ce­ra tem­po­ra­da de la se­rie, que se ha emi­ti­do en for­ma­to mi­ni­se­rie (cin­co ca­pí­tu­los) en el Rei­no Uni­do en Ju­lio de es­te año.

No quie­ro ha­cer una si­nop­sis de la tem­po­ra­da ni avan­zar spoi­lers. El ob­je­ti­vo de es­ta en­tra­da es que la veáis. El éxi­to co­se­cha­do tan­to en el Rei­no Uni­do co­mo en Los EE UU no es ca­sual; el guión es sor­pren­den­te, ate­rra­dor, elec­tri­zan­te. Los per­so­na­jes es­tán cons­trui­dos con cru­de­za y rea­lis­mo, es­pe­cial­men­te los de John Fro­bisher (Pe­ter Ca­pal­di) y Ali­ce Car­ter (Lucy Co­hu). Los po­cos fa­llos, y los ex­ce­sos, que los hay, se per­do­nan con ale­gría, por­que asis­ti­mos a un es­pec­tácu­lo que es­tá sin du­da en­tre los me­jo­res del año en la televisión.

Ni que de­cir tie­ne que ni es­tá pro­gra­ma­da en Es­pa­ña ni tie­ne vi­sos de es­tar­lo. Se­gui­mos en las mis­mas. Y co­mo véis, he reanu­da­do el blog lleno de op­ti­mis­mo y ale­gría. Bueno, así es mi terapia.

Co­mo siem­pre, pa­ra en­ten­der el tí­tu­lo hay que ver la se­rie. Ese sí es un spoiler.

Cien­cia y políticos

Te­néis que leer es­te blog, y es­te ar­tícu­lo en par­ti­cu­lar. Y enor­me­men­te re­co­men­da­ble, in­clu­so obli­ga­to­rio, ver y es­cu­char las Re­fle­xio­nes de Re­pron­to, en su ter­ce­ra tem­po­ra­da. Ven­ga, que lue­go es tarde.

Hoy en twitter…

  • Leer có­mo Tar­kovs­ki nin­gu­nea a John Ford es co­mo pen­sar en Stephen Haw­king lla­man­do hi­jo de pu­ta a Eins­tein. Ni más ni me­nos. #

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Hoy en twitter…

  • El PAN­TO­NE se in­ven­tó pa­ra que las mu­je­res de­ja­ran de po­ner­le nom­bre a los co­lo­res. #

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Mis diez me­jo­res fra­ses de la Cien­cia Ficción

«No con­si­go acos­tum­brar­me a es­tas resurrecciones»

—Snaut (Jü­ri Järvet)
So­la­ris (An­drei Tar­kovs­ki, 1972)—#10


«Es­tá muer­to, Jim»

—Leo­nard Mc­Coy (De­Fo­rest Kelley)
Star Trek (1966)—#9


«No se ofus­que con es­te te­rror tec­no­ló­gi­co que ha cons­trui­do. La po­si­bi­li­dad de des­truir un pla­ne­ta es al­go in­sig­ni­fi­can­te com­pa­ra­do con el po­der de la Fuerza»

—Darth Va­der (Ja­mes Earl Jo­nes) a Moff Tar­kin (Pe­ter Cushing)
La gue­rra de las ga­la­xias (Geor­ge Lu­cas, 1977)—#8


«Da­ve, es­ta con­ver­sa­ción ya no tie­ne nin­gún sen­ti­do. Adiós»

—HAL 9000
2001: Una odi­sea del es­pa­cio (Stan­ley Ku­brick, 1968)—#7


«Yo he vis­to co­sas que vo­so­tros no cree­ríais: Ata­car na­ves en lla­mas más allá de Orión. He vis­to ra­yos C bri­llar en la os­cu­ri­dad cer­ca de la Puer­ta de Tannhäu­ser. To­dos esos mo­men­tos se per­de­rán en el tiem­po co­mo lá­gri­mas en la llu­via. Es ho­ra de morir»

—Roy Batty (Rut­ger Hauer)
Bla­de Run­ner (Rid­ley Scott, 1982)—#6


«[…] de­be­mos que­dar­nos aquí, y por una ra­zón muy sim­ple; pre­gun­te a diez cien­tí­fi­cos di­fe­ren­tes so­bre me­dio am­bien­te, con­trol de la po­bla­ción o ge­né­ti­ca y ob­ten­drá 10 res­pues­tas dis­tin­tas, pe­ro hay al­go en lo que to­dos los cien­tí­fi­cos del pla­ne­ta coin­ci­den. Ya sea den­tro de cien, mil o un mi­llón de años, con el tiem­po el sol de en­fria­rá y se apa­ga­rá, y cuan­do eso ocu­rra no so­lo se­rá nues­tro fin, sino el de Ma­rilyn Mon­roe, Lao-Tzu, Eins­tein, Nel­son Man­de­la, Buddy Holly, Aris­tó­fa­nes; y to­do es­to, to­do es­to ha­brá si­do inú­til si no lle­ga­mos a las estrellas»

—Jef­frey Sin­clair (Mi­chael O’Hare)
Baby­lon 5 (1994)—#5


«¿Sa­be lo que me gus­ta de las his­to­rias so­bre Klin­gons? Na­da. Mue­re un mon­tón de gen­te y na­die ob­tie­ne beneficios»

—Quark (Ar­min Shimerman)
Star Trek: Es­pa­cio Pro­fun­do Nue­ve (1993)—#4


«[… ] vi ex­plo­tar una es­tre­lla y es­par­cir las pie­zas con las que se ar­ma el uni­ver­so. Otras es­tre­llas, otros pla­ne­tas y qui­zás otra vi­da. ¡Una su­per­no­va, la Crea­ción mis­ma! Yo es­ta­ba allí. Yo que­ría ver aque­llo y for­mar par­te de ese ins­tan­te. ¿Sa­bes có­mo per­ci­bí uno de los acon­te­ci­mien­tos más glo­rio­sos del uni­ver­so? Con es­tas ri­dí­cu­las es­fe­ras ge­la­ti­no­sas de mi crá­neo. Con ojos di­se­ña­dos pa­ra per­ci­bir una in­sig­ni­fi­can­te frac­ción del es­pec­tro elec­tro­mag­né­ti­co. Con oí­dos di­se­ña­dos só­lo pa­ra es­cu­char vi­bra­cio­nes del ai­re. […] ¡Yo no quie­ro ser hu­mano! ¡Quie­ro ver los ra­yos gam­ma! ¡Quie­ro oír los ra­yos X! ¡Y quie­ro oler la ma­te­ria os­cu­ra! ¿Ves lo ab­sur­do de lo que soy? Ni si­quie­ra pue­do ex­pre­sar es­tas co­sas con pro­pie­dad, por­que ten­go que con­cep­tua­li­zar ideas com­ple­jas con es­te es­tú­pi­do y li­mi­tan­te len­gua­je. Pe­ro sé que no quie­ro es­tas pa­tas pren­si­les pa­ra mo­ver­me. Y sí quie­ro sen­tir el vien­to de la su­per­no­va so­plar so­bre mí. ¡Soy una má­qui­na, y quie­ro sa­ber mu­cho más! ¡Pue­do ex­pe­ri­men­tar mu­cho más, pe­ro es­toy atra­pa­do en es­te cuer­po ab­sur­do! ¿Y por qué? Por­que mis cin­co crea­do­res pen­sa­ron que Dios lo que­ría así»

—John Ca­vil (Dean Stockwell)
Battles­tar Ga­lac­ti­ca (2003)—#3


«No­so­tros en ab­so­lu­to que­re­mos con­quis­tar el es­pa­cio, sino ex­pan­dir la Tie­rra has­ta el in­fi­ni­to. No que­re­mos otros mun­dos, sino un es­pe­jo. Bus­ca­mos un con­tac­to y nun­ca lo lo­gra­re­mos. Nues­tra es­tú­pi­da pos­tu­ra es la de al­guien es­for­zán­do­se por un ob­je­ti­vo que le ate­rra y no de­sea con­se­guir. ¡El hom­bre ne­ce­si­ta al hombre!»

—Snaut (Jü­ri Järvet)
So­la­ris (An­drei Tar­kovs­ki, 1972)—#2


«Gue­rra es paz. Li­ber­tad es es­cla­vi­tud. Ig­no­ran­cia es fuerza»

—Geor­ge Or­well, 1984—#1


Ge­nios cretinos

Bus­can­do otras co­sas, en­con­tré es­ta per­li­ta de An­drei Tar­kovs­ki —ci­neas­ta al que ad­mi­ro pro­fun­da­men­te co­mo ci­neas­ta— a pro­pó­si­to de 2001:

«Cuan­do vi 2001, una odi­sea del es­pa­cio, ya su­pe per­fec­ta­men­te que lo que que­ría ha­cer en So­la­ris era al­go com­ple­ta­men­te opues­to y di­fe­ren­te a ella. Me pa­re­ce que ca­da es­ce­na es una ilus­tra­ción de re­vis­ta de cien­cia fic­ción. Y no pre­ci­sa­men­te ar­te grá­fi­co de bue­na calidad»

Es­to de­mues­tra que un ge­nio tam­bién pue­de ser un gi­li­po­llas creí­do. Y que los as­pec­tos que los crea­do­res pien­san que de­fi­nen o dan ca­rác­ter a sus obras no son ne­ce­sa­ria­men­te los que real­men­te lo hacen.

Cons­te que no ha­blo mal de Tar­kovs­ki por cri­ti­car 2001, lí­bre­me el cie­lo, sino por ha­cer­lo con ese des­pre­cio y au­to­su­fi­cien­cia. Tam­bién di­jo de La Di­li­gen­cia:

«Es una pe­na ha­ber uti­li­za­do aquel pai­sa­je tan me­ta­fí­si­co pa­ra ro­dar una ma­la pe­lí­cu­la so­bre el dinero»

Sin pa­la­bras.

Pie­dra, pa­pel, ti­je­ras, la­gar­to, Spock

PPTLSHoy he vis­to el cuar­to ca­pí­tu­lo de la tem­po­ra­da de Plu­tón BRB. Ne­ro. Y la sen­sa­ción es que no es­tu­vo mal. Des­pués de die­ci­séis epi­so­dios, la luz al fi­nal del tú­nel. Al­go más de ac­ción, me­jor ac­tua­do (ex­cep­to Ca­ro­li­na Bang, que es in­sal­va­ble), al­go más di­ver­ti­do. In­clu­so me ha arran­ca­do al­gu­na sonrisa.

La lás­ti­ma es que ac­to se­gui­do he vis­to el cuar­to ca­pí­tu­lo de la tem­po­ra­da de The Big Bang Theory. Ocu­rren­te, hi­la­ran­te, in­te­li­gen­te, chis­pean­te, di­ver­ti­da, rít­mi­ca. Bien in­ter­pre­ta­da, bien rea­li­za­da, bien mon­ta­da, bien me­di­da. TBBT es una se­rie so­bre fri­quis, con gui­ños pa­ra fri­quis, con ar­gu­men­tos pa­ra fri­quis, que, co­mo Fu­tu­ra­ma, ha­ce pa­sar es­tu­pen­dos ra­tos a cual­quie­ra que la vea, sea fri­qui o no. Es lo bueno de las bue­nas ideas bien de­sa­rro­lla­das; siem­pre sa­len bien.

Des­gra­cia­da­men­te, Plu­tón es una se­rie me­dio­cre, por no de­cir ma­la, o muy ma­la, por­que se equi­vo­có en el plan­tea­mien­to. El pú­bli­co de una co­me­dia en una na­ve es­pa­cial es el que es. De­be­ría­mos apren­der de una pu­ñe­te­ra vez lo que los ame­ri­ca­nos ha­cen bien, y có­mo se ha­ce; ya lo vi­mos en Sie­te Vi­das, no es tan di­fí­cil. The Big Bang Theory es una co­me­dia pa­ra fri­quis que se emi­te en Pri­me Ti­me y no tie­ne pro­ble­mas de au­dien­cia. Plu­tón BRB. Ne­ro es una co­me­dia pa­ra fri­quis que se emi­te en la 2 a las 11 de la no­che, y que los fri­quis ve­mos por pu­ra militancia.

Álex de la Igle­sia ha re­su­ci­ta­do el blog de la se­rie, y le­yen­do los úl­ti­mos posts pa­re­ce que es­tá real­men­te com­pla­ci­do con el re­sul­ta­do. No lo en­tien­do, pa­re­ce que es cier­to que uno se ena­mo­ra de su pro­pia mier­da, y per­dón por la ex­pre­sión. Pe­ro la au­to­com­pla­cen­cia no lle­va ge­ne­ral­men­te a la me­jo­ra de na­da. Es­tan­ca la evo­lu­ción y en­gran­de­ce las miserias.

La­men­to es­cri­bir una en­tra­da tan ne­ga­ti­va con una co­sa en lu­gar de ha­ber­la re­dac­ta­do en po­si­ti­vo con otra, pe­ro leer el blog de Plu­tón me lo ha im­pe­di­do. Y la me­jor ma­ne­ra de en­sal­zar las bon­da­des de The Big Bang es ani­ma­ros a ver­la. Me­re­ce la pe­na, aun­que no seáis friquis.

Yo por mi par­te se­gui­ré mi­li­tan­do ca­da miér­co­les. Qué va­mos a hacer.

PD. Los que véis TBBT sa­béis de qué va el tí­tu­lo de es­te post. Los que no, ved la se­rie. Si no que­réis es­pe­rar, os lo es­poi­le­ri­zo a continuación.


Pron­to

No pue­do esperar…

Mis me­jo­res se­cun­da­rios de la Cien­cia Ficción

Los per­so­na­jes se­cun­da­rios, ya sean pun­tua­les o re­cu­rren­tes, son es­pe­cial­men­te im­por­tan­tes en las se­ries de cien­cia fic­ción. En al­gu­nas han lle­ga­do a ser ver­da­de­ros per­so­na­jes prin­ci­pa­les (co­mo Tigh, Dua­lla, Ty­rol o An­ders en BSG, o Wool­sey en SG:A, por ci­tar al­gu­nos) y no es­ta­rán en es­te ran­king. Sí quie­ro des­ta­car que la ca­li­dad de los ac­to­res de re­par­to de es­tas se­ries es ex­cep­cio­nal, su­peran­do en mu­chas oca­sio­nes a los prin­ci­pa­les. Muy pro­ba­ble­men­te he de­ja­do fue­ra a per­so­na­jes que me­re­ce­rían ser re­cor­da­dos, co­mo Lee­ta, Rom y Nog, Du­kat, Kai Winn, Da­mar y We­youn de DS9; Billy y Tom Za­rek de BSG; Ja­ni­ce Rand de ST:TOS, Mor­den de B5, Mic­key Smith de Doc­tor Who, y tan­tos otros que se me olvidan. 

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vicfontaine10. Vic Fon­tai­ne (Star Trek: Es­pa­cio Pro­fun­do Nueve).
In­ter­pre­ta­do por Ja­mes Darren.

La com­pro­ba­ción de que un guión es bueno es ha­cer que un per­so­na­je im­po­si­ble, que en otras cir­cuns­tan­cias re­sul­ta­ría ri­dícu­lo, for­me par­te de la tra­ma con sol­tu­ra y pe­so. Es el ca­so de es­te croo­ner es­pa­cial; el ho­lo­gra­ma de un can­tan­te de los años se­sen­ta que sir­ve de asue­to, con­fi­den­te y con­se­je­ro a los su­fri­dos ha­bi­tan­tes de una es­ta­ción es­pa­cial. Bas­tan­te ri­dícu­lo so­bre el pa­pel, pe­ro emo­cio­nan­te en la pan­ta­lla. La des­pe­di­da del ca­pi­tán Sis­ko a su tri­pu­la­ción en el lo­cal de Vic Fon­tai­ne es­tá en­tre las es­ce­nas más me­mo­ra­bles de la cien­cia fic­ción te­le­vi­si­va. ¿Que no? Véan­se las sie­te temporadas.

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guinan9. Gui­nan (Star Trek: La nue­va generación).
In­ter­pre­ta­da por Whoo­pi Goldberg.

Di­cen que la pro­pia Whoo­pi Gold­berg pi­dió apa­re­cer en la se­rie, por la in­fluen­cia que la ac­triz Ni­che­lle Ni­chols, en el pa­pel de Uhu­ra en Star Trek, ha­bía ejer­ci­do so­bre la po­bla­ción ne­gra es­ta­dou­ni­den­se en una épo­ca de fuer­tes epi­so­dios de ra­cis­mo, y lo que sig­ni­fi­có en la lu­cha por los de­re­chos de los afro­ame­ri­ca­nos. Pe­se a ser un per­so­na­je en cier­to mo­do ño­ño, apor­tó a la se­rie una ac­tua­ción de pri­mer or­den, y por su­pues­to un ti­rón me­diá­ti­co que sal­vó epi­so­dios y audiencias.

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mudd8. Harry Fen­ton Mudd (Star Trek: La Se­rie Original).
In­ter­pre­ta­do por Ro­ger C. Carmel.

Pa­ra­dig­ma del «ma­lo sim­pá­ti­co», co­mo el que bor­dó Kirk Dou­glas en «El día de los tram­po­sos» unos años más tar­de; con­tra­ban­dis­ta pí­ca­ro, mu­je­rie­go y be­be­dor, Harry Mudd es un per­so­na­je com­ple­ta­men­te doc­torwho­siano en el uni­ver­so trek. Es el ado­ra­ble psi­có­pa­ta que po­ne un to­que de hu­mor en las si­tua­cio­nes di­fí­ci­les. Tí­pi­co has­ta la sa­cie­dad en cual­quier otra se­rie o pe­lí­cu­la, es exac­ta­men­te lo que uno no es­pe­ra en una de cien­cia fic­ción. De ahí su éxito.

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chapel7. Chris­ti­ne Cha­pel (Star Trek: La Se­rie Original).
In­ter­pre­ta­da por Ma­jel Barrett.

Los ami­gos fri­quis que co­noz­can The Ca­ge, el pri­mer epi­so­dio pi­lo­to de Star Trek, re­cor­da­rán que el pa­pel que in­ter­pre­ta­ba Ma­jel Ba­rrett era el de pri­mer ofi­cial del En­ter­pri­se, se­gun­do de a bor­do del ca­pi­tán Pi­ke. En 1966 era in­via­ble que una mu­jer tu­vie­ra un pues­to tan al­to en una je­rar­quía, y los pa­tro­ci­na­do­res se que­ja­ban ade­más de que los ac­to­res no fu­ma­ran en el in­te­rior de la na­ve. Es­ta es­tre­chez men­tal nos brin­dó a la en­fer­me­ra Cha­pel, ena­mo­ra­da en si­len­cio de Spock, su­fri­do­ra del hu­mor de Mc­Coy y una de las más ele­gan­tes ac­tri­ces que han po­bla­do la cien­cia fic­ción. La as­cen­die­ron a doc­to­ra en la pri­me­ra pe­lí­cu­la de la fran­qui­cia, co­sa que me­re­cía des­de mu­cho antes.

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lwaxana6. Lwa­xa­na Troi (Star Trek: La Nue­va Ge­ne­ra­ción y Es­pa­cio Pro­fun­do Nueve).
In­ter­pre­ta­da por Ma­jel Barrett.

La jus­ta­men­te lla­ma­da Pri­me­ra Da­ma de Star Trek apa­re­ce en es­ta lis­ta dos ve­ces por mé­ri­tos pro­pios. Ade­más de in­ter­pre­tar a una va­lien­te pri­me­ra ofi­cial y a una dis­cre­ta y ele­gan­te en­fer­me­ra, el pa­pel que le otor­gó de­fi­ni­ti­va­men­te su tí­tu­lo fue el de Lwa­xa­na, Hi­ja de la Quin­ta Ca­sa, Cus­to­dia del Sa­gra­do Cá­liz de Rixx, He­re­de­ra de los San­tos Ani­llos de Be­ta­zed, ma­dre de la con­se­je­ra Dean­na Troi. De su pa­so por TNG y DS9 que­dan mu­chos de los más hi­la­ran­tes epi­so­dios y de las más en­tra­ña­bles si­tua­cio­nes de la fran­qui­cia. Ma­jel Ba­rrett, fa­lle­ci­da el pa­sa­do di­ciem­bre, tam­bién pres­tó su voz a la se­rie en­car­nan­do a la compu­tado­ra de va­rias de las naves.

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cain5. Al­mi­ran­te He­le­na Cain (Battles­tar Galactica).
In­ter­pre­ta­da por Mi­che­lle Forbes.

Que Mi­che­lle For­bes es una gran ac­triz ya lo de­mos­tró co­mo la al­fé­rez Ro La­ren en ST:TNG. En Battles­tar Ga­lac­ti­ca, in­ter­pre­tar un per­so­na­je co­mo el de la al­mi­ran­te Cain la ha au­pa­do al mon­te Olim­po de los fans. Que en BSG cual­quier per­so­na­je es des­ga­rra­do­ra­men­te hu­mano lo lle­va He­le­na Cain a su lí­mi­te, tan­to en los epi­so­dios re­gu­la­res de la se­rie co­mo en Ra­zor, la pe­lí­cu­la que mar­ca­ba la tran­si­ción en­tre la ter­ce­ra y la cuar­ta tem­po­ra­da. Sa­ber ha­cer creí­ble la dua­li­dad en­tre una fría e im­pla­ca­ble jus­ti­cie­ra y una per­so­na sen­si­ble y cer­ca­na es un re­to di­fí­cil, y son cóm­pli­ces de ello guio­nis­tas y ac­triz por igual.

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bester4. Al­fred Bes­ter (Baby­lon 5).
In­ter­pre­ta­do por Wal­ter Koenig.

El per­so­na­je se bau­ti­zó en ho­me­na­je al es­cri­tor de cien­cia fic­ción del mis­mo nom­bre, ga­na­dor del pri­mer pre­mio Hu­go por su obra El Hom­bre De­mo­li­do, pre­cur­so­ra de las no­ve­las de te­lé­pa­tas. En Baby­lon 5, Bes­ter es un al­to car­go del Cuer­po Psí­qui­co, se­me­jan­te en cier­to mo­do a la or­ga­ni­za­ción de te­lé­pa­tas de la no­ve­la. Wal­ter Koe­nig, que era co­no­ci­do por ha­ber in­ter­pre­ta­do a Pa­vel Che­kov en Star Trek, nun­ca se ha­bía dis­tin­gui­do por su ca­li­dad in­ter­pre­ta­ti­va, pe­ro en B5 con­si­gue au­par a su per­so­na­je a un lu­gar pre­do­mi­nan­te, en una se­rie don­de los ca­rac­te­res son la ba­se fun­da­men­tal de la trama.

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cavil3. John Ca­vil (Battles­tar Galactica).
In­ter­pre­ta­do por Dean Stockwell.

Dean Stock­well, se­cun­da­rio de lu­jo de cual­quier si­tio en el que apa­rez­ca, da vi­da al más ve­te­rano de los cy­lons en la se­rie, el Nú­me­ro Uno. Só­lo el mo­nó­lo­go del epi­so­dio «No Exit» le ha­ce me­re­ce­dor de es­tar en la lis­ta. Pro­ba­ble­men­te el me­jor mo­men­to de la se­rie, jun­to con el se­cues­tro de Star­buck en Nue­va Ca­pri­ca. BSG es una de­li­cia en ge­ne­ral, una ge­nia­li­dad en su en­fo­que y una obra maes­tra en su con­jun­to, y sus per­so­na­jes an­to­ló­gi­cos sin ex­cep­ción. Cual­quie­ra po­dría es­tar aquí.

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q2. Q (Star Trek: La Nue­va Ge­ne­ra­ción y Voyager).
In­ter­pre­ta­do por John de Lancie.

Sin du­da uno de los me­jo­res per­so­na­jes de Star Trek. He­re­de­ro di­rec­to del ya nom­bra­do Harry Mudd y de Tre­la­ne, Q es un se­mi­diós sim­pa­ti­cón, re­bel­de y con un hu­mor ne­gro de bas­tan­te mal gus­to. Co­mo re­ye­zue­lo des­pó­ti­co e in­fan­ti­loi­de, res­ca­ta la ima­gen del mo­nar­ca ca­pri­cho­so y he­do­nis­ta del XVIII, de gran po­der y tor­ci­da vo­lun­tad. Los re­gis­tros ac­to­ra­les de de Lan­cie ha­cen tan creí­ble al per­so­na­je que lo­gra un pa­pel fun­da­men­tal en el epi­so­dio fi­nal de la se­rie, All good things, y su apa­ri­ción en la pos­te­rior Star Trek: Vo­ya­ger. Gran­des mo­men­tos de la co­me­dia en Star Trek.

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garak1. Elim Ga­rak (Star Trek: Es­pa­cio Pro­fun­do Nueve).
In­ter­pre­ta­do por An­drew Robinson.

De una in­creí­ble pro­fun­di­dad es el per­so­na­je de Ga­rak en DS9. El dis­cre­to y tí­mi­do sas­tre es uno de los ca­rac­te­res más com­ple­jos y ri­cos de la cien­cia fic­ción. Es su­ma­men­te com­pli­ca­do ex­pre­sar en unas po­cas lí­neas la ca­li­dad del guión en el que se ba­san las in­ter­pre­ta­cio­nes de An­drew Ro­bin­son y el vir­tuo­sis­mo con el que las eje­cu­ta. Es uno de los mo­ti­vos por los que Es­pa­cio Pro­fun­do Nue­ve es una de las me­jo­res se­ries de la his­to­ria de la te­le­vi­sión y mi favorita.

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Pró­xi­ma­men­te: Mis diez me­jo­res fra­ses de la cien­cia ficción.