He publicado mi primer artículo en una revista de investigación. Si les gusta la arquitectura, o la ciencia ficción, o ambas, lo pueden leer aquí.
Se aceptan opiniones.
informando en minoría
He publicado mi primer artículo en una revista de investigación. Si les gusta la arquitectura, o la ciencia ficción, o ambas, lo pueden leer aquí.
Se aceptan opiniones.
En este mundo de la ciencia ficción, no eres nada si no conoces al Doctor. La nueva temporada ha empezado.
Como pueden leer en esta entrada de Wired, Obama acaba de cancelar el programa Constellation. En 2020 no habrá nadie en la Luna. Estoy desolado, y no es de broma. Cada día me siento más ajeno al género humano. Que lo vistan de lo que sea, que lo justifiquen diciendo que es lo mismo que hace cincuenta años. Lo que hay que hacer es llegar, y quedarse, como debían haber hecho hace cuarenta. Sigo convencido de que hoy nos cantaría otro gallo. Mejor.
Esto sí que es un acontecimiento planetario, Pajín.
Al menos queda la empresa privada, o eso dice el Presidente. Desde este momento deposito mis esperanzas en Virgin Galactic.
Nuestro gobierno ha conseguido dos hitos históricos: el primero, poner de acuerdo —en su contra— a una buena parte del electorado pensante de izquierda y derecha; el segundo, que yo miente la política abiertamente en este blog.
Nuesto gobierno quiere aprobar una ley que constituye el mayor atropello a la libertad y los derechos fundamentales de toda la democracia, sólo superada por el frustrado golpe de estado de febrero de 1981 y la fracasada Ley Corcuera, más conocida por la Ley de la patada en la puerta.
No solo es una ley monstruosa por lo que significa, —que en la práctica cualquier web podrá ser cerrada si la comisión creada al efecto lo considera oportuno— sino por el agravio comparativo que supone primar un supuesto delito (contra la propiedad intelectual) frente a la inmensa mayoría del resto de ellos. Y digo supuesto porque las webs de enlaces, que son las supuestas víctimas de la nueva ley, hasta el día de la fecha han ganado prácticamente todos los juicios a los que se han visto sometidas.
No entro a valorar nuestras leyes de propiedad intelectual, ni el supuesto problema de las descargas, porque ya me he salido bastante de la línea editorial de mi blog. Para eso hay miles de foros más preparados y amenos. Pero a lo que no estoy dispuesto es a que pisoteen y amenacen mis libertades con el pretexto de que su industria se hunde.
Cuando todos saben que la industria realmente se hunde haciendo cosas como esta.
Y si quieren más información pueden leer esto.
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…
1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial ‑un organismo dependiente del ministerio de Cultura‑, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.
Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.
Cuestionar los escrúpulos de los políticos —de cualquier signo, aclaro— en los tiempos que corren es una tarea ardua. Y no porque no den muestra de su falta de manera cotidiana, sino porque se escandalizan y se rasgan las vestiduras, los muy cínicos, pretendiendo que son sólo unos pocos los que actúan de forma interesada, y que la inmensa mayoría de ellos son unos benditos servidores de la sociedad, que derrochan su vida y su trabajo como hermanitas de la caridad, en pos de la sociedad y de los ciudadanos, a riesgo de su salud y su familia.
Y una mierda, hombre.
Encima los medios de comunicación se encargan de machacar el mensaje. La clase política es buena, sólo hay algunos corruptos, sólo unos pocos son malos, el resto es gente de bien que se preocupa por nosotros.
Como siempre, la Ciencia Ficción —con mayúsculas— se ocupa de obviar esa corrección política, de decir las verdades con otras palabras, de traducir una realidad travestida al lenguaje de la trágica y denigrante verdad. Desde que Star Trek empezara a denunciar el racismo, la guerra de Vietnam, el machismo o la homofobia escudándose en guiones de naves espaciales, esa Ciencia Ficción ha pasado de abordar el tema del terrorismo, con toda su crudeza, en Battlestar Galactica, a denunciar la abyección de la política y la podredumbre del estado en Torchwood: Children of Earth, la tercera temporada de la serie, que se ha emitido en formato miniserie (cinco capítulos) en el Reino Unido en Julio de este año.
No quiero hacer una sinopsis de la temporada ni avanzar spoilers. El objetivo de esta entrada es que la veáis. El éxito cosechado tanto en el Reino Unido como en Los EE UU no es casual; el guión es sorprendente, aterrador, electrizante. Los personajes están construidos con crudeza y realismo, especialmente los de John Frobisher (Peter Capaldi) y Alice Carter (Lucy Cohu). Los pocos fallos, y los excesos, que los hay, se perdonan con alegría, porque asistimos a un espectáculo que está sin duda entre los mejores del año en la televisión.
Ni que decir tiene que ni está programada en España ni tiene visos de estarlo. Seguimos en las mismas. Y como véis, he reanudado el blog lleno de optimismo y alegría. Bueno, así es mi terapia.
Como siempre, para entender el título hay que ver la serie. Ese sí es un spoiler.
Ni siquiera los que han estudiado el calendario maya ése se ponen de acuerdo sobre cuándo termina o deja de terminar y en qué año. Y estrenan una película y ya hay gente que está acojonada porque en 2012 se acaba el mundo. Y otros que levantan una ceja mientras hablan de Nostradamus y de los mayas y de sus castas.
Dos mil docenas de gilipollas.
Tenéis que leer este blog, y este artículo en particular. Y enormemente recomendable, incluso obligatorio, ver y escuchar las Reflexiones de Repronto, en su tercera temporada. Venga, que luego es tarde.
Cuando buscaba referencias para la entrada que llamé Paparruchas, encontré este artículo de Carlos López Díaz, en mi humilde opinión lleno de sentido común, que coincide en parte con el contenido de mi post sobre Dragó. Se extiende sobre otras historias y apunta un artículo de José Saramago en El País, titulado Luna.
Tengo que reconocer que Saramago me cae bien, pese a que casi todas las cosas que dice –al margen de la literatura, claro– me parecen tonterías bastante solemnes. Quizá sea esa imagen que ofrece de buen hombre, bien intencionado y mal aconsejado, la que influye en mi ánimo cuando le oigo desbarrar sobre cualquier tema que desconoce de manera íntima, y me vuelve condescendiente. Lo contrario que con la mayoría de los periodistas especializados.
Aprovecho esta nueva oportunidad para abundar en mi profundo desprecio por la actitud de muchos intelectuales, que se jactan de desconocer y abominar de la tecnología y la Ciencia. Verdaderos analfabetos funcionales en la mitad de la sabiduría de nuestra sociedad, que no por eso dejan de opinar sobre temas científicos, como la energía y el medio ambiente. Y digo esto sin segundas.
En un artículo bellamente redactado, y tras flirtear –como tantos otros– con la veracidad de la llegada del Hombre a la Luna, Saramago, lleno de esa desasosegante saudade, escribe:
[…] llego a la desoladora conclusión de que al final ningún gran paso para la humanidad fue dado y que nuestro futuro no está en las estrellas, sino siempre y sólo en la Tierra en que asentamos los pies. Como ya decía en la primera de esas crónicas: ‘No perdamos nosotros la Tierra, que todavía será la única manera de no perder la Luna’ »
No puedo estar más en desacuerdo. La exploración, el descubrimiento, la conquista de lo desconocido son los motores que han llevado a la humanidad a su más alto grado de civilización. Lo contrario es puro conservadurismo. Es miedo a lo inexplorado, es la semilla del provincianismo más obtuso.
No perdamos nosotros la Luna, que todavía será la única manera de no perder la Tierra.
No puedo esperar…
Según los muchachos de Airlock Alpha, no parece ahora tan probable que haya en vistas una película sobre la BSG de Larson, o al menos no dirigida por Bryan Singer. Ole los cronistas bien informados. Parece ser que lo que hay en mente es un remake de Excalibur. Pondría otra vez el grito en el cielo, pero es tarde y no tengo ganas. Me ha aliviado mucho lo de Galactica.
Ahora, los pelos blancos de John Boorman se le han tenido que poner como escarpias, al pobre.
Aquí pueden ver que es posible que Bryan Singer dirija una película sobre la serie original de Battlestar Galactica. La de Glen A. Larson. La que no es la mejor serie de la historia, sí, ésa. Ojalá quede en nada, como el extraño remake de Buffy.
En el 67º Congreso Mundial de la Ciencia Ficción, Anticipation, se han entregado los premios Hugo 2009. Este año coincide con el estreno del nuevo logo de los premios, un excelente diseño de Jeremy Kratz, que podéis admirar a la izquierda.
El ganador del premio a la mejor novela, Neil Gaiman, es conocido ante todo por su serie de cómic The Sandman, y más recientemente por la adaptación al cine de su novela Stardust, protagonizada por Robert DeNiro y Michelle Pfeiffer, entre otros.
Destaca el premio a la mejor presentación en formato largo, concedido este año a la película WALL‑E, de los estudios Disney-Pixar, un premio más a una película sobresaliente.
En el apartado de formato corto, el premio ha ido a parar al musical web (sí, sí) Dr. Horrible’s Sing-Along Blog, interrumpiendo la racha de Steven Moffat en Doctor Who, que además de tener dos capítulos nominados para esta edición, había ganado las tres ediciones anteriores.
La lista completa de ganadores es la siguiente:
Antes de nada, quede claro que en este blog no hablaré de política. Si acaso haré referencia a ella por necesidades del guión. Tampoco haré referencias a ideología alguna, primero porque no es asunto de este espacio, y segundo porque el mismo concepto está tan deteriorado que ya me repugna.
Cierto que en este cuaderno soy bastante menos moderado que en mi vida diaria, pero créanme si les digo que soy (o lo intento) escrupulosamente respetuoso con las opiniones de los demás. Hasta aquí bien. Obviamente si la opinión está razonada. Obviamente si el tema en cuestión es opinable.
Pues entonces, queda claro que respeto mucho el afán de don Fernando Sánchez Dragó de contarnos su disoluta, revolucionaria, festiva vida. Me da igual que su propio y recalcitrante extremismo le haya catapultado de la revolución socialista a la adoración a Ayn Rand.
Me da igual que este hombre podrido por la gusanera de la ancianidad (cito sus propias palabras) pretenda rodearse de un espeso halo de cultura, sólo por estar muy viejo, muy leído y muy viajado. Una de las principales características de la intelectualidad casposa, bohemia y demodé es despreciar la formación científica y técnica a la hora de etiquetar de intelectual a un individuo. Basta con citar a Rimbaud o decir que se conoce la obra de Boulez para que la barbilla se te levante automáticamente y te crezca en la mano un libro de cualquier autor de lengua no española.
Tampoco me importa que el intelectual Sánchez Dragó tuviera un ultradesarrollado sentido de la vista, allá por el sesenta y nueve, que le permitiera, con la sola contemplación de las transmisiones televisivas de la llegada a la luna, colegir que aquello era una farsa.
Puedo pasar por el hecho de que, igual que tantos otros, esté tan soberbiamente seguro de la futilidad y estupidez de la investigación espacial, dólar allí, dólar acá.
Lo que no puedo tolerar es que niegue un hecho histórico y científico indiscutible y demostrado hasta la saciedad, aprovechándose de una posición de autoridad que su condición de escritor le ha otorgado. Y menos aún que además se burle de aquellos que sencillamente conocen y aceptan la realidad de los hechos. Que cuatro iluminados inunden los mentideros denunciando conspiraciones no tiene importancia. Que lo haga un personaje público del ámbito de la cultura debería ser delito.
Le deseo al señor Sánchez la vida suficiente para subirse al primer vuelo de Virgin Galactic, y descubrir desde la altura que la Tierra, para su sorpresa, no es plana.