Dos mil docenas

Ni si­quie­ra los que han es­tu­dia­do el ca­len­da­rio ma­ya ése se po­nen de acuer­do so­bre cuán­do ter­mi­na o de­ja de ter­mi­nar y en qué año. Y es­tre­nan una pe­lí­cu­la y ya hay gen­te que es­tá aco­jo­na­da por­que en 2012 se aca­ba el mun­do. Y otros que le­van­tan una ce­ja mien­tras ha­blan de Nos­tra­da­mus y de los ma­yas y de sus castas.

Dos mil do­ce­nas de gilipollas.

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