Fu­tu­ros im­per­fec­tos (II)

Si­guien­do con la lí­nea Trek, pon­gá­mo­nos en la te­si­tu­ra del si­glo vein­ti­no­se­qué. Tiem­pos, pon­ga­mos, del Ca­pi­tán Pi­card. En la tie­rra ha des­apa­re­ci­do el di­ne­ro. Las gue­rras se aca­ba­ron. No exis­te la po­bre­za, ni el ham­bre. La gen­te tra­ba­ja por gus­to y en lo que le gus­ta. En­ton­ces, ¿a qué vie­ne liar­se en la flo­ta es­te­lar, a cho­rro­cien­tos mil años luz de la ca­sa de uno, te­nien­do una bo­de­ga de co­jo­nes, ven­ga de ro­mu­la­nos y de klin­gons y de borgs y del dominio?

Nues­tro fu­tu­ro im­per­fec­to: gra­cias a las tec­no­lo­gías de la in­for­ma­ción, las re­des so­cia­les se glo­ba­li­zan y la gen­te te­le­tra­ba­ja. Des­apa­re­ce la cen­tra­li­za­ción del ocio. La pro­duc­ción mun­dial es­tá au­to­ma­ti­za­da y ro­bo­ti­za­da, des­apa­re­cen los ope­ra­rios. Des­apa­re­ce la cen­tra­li­za­ción del tra­ba­jo, de la edu­ca­ción e in­clu­so de la me­di­ci­na. Los go­bier­nos se des­cen­tra­li­zan y se uni­fi­can. Des­apa­re­ce la ne­ce­si­dad del trans­por­te a cor­ta dis­tan­cia. Des­apa­re­ce la ne­ce­si­dad de re­la­cio­nar­se per­so­nal­men­te. El te­rri­to­rio se re­par­te equi­ta­ti­va­men­te a ra­zón de una per­so­na por ki­ló­me­tro cua­dra­do. El se­xo se con­cier­ta pre­vio es­car­ceo por la red. Las fa­mi­lias con hi­jos tie­nen el tri­ple de te­rri­to­rio y así lle­ga­mos a las hec­tá­reas de vi­ñe­dos de la fa­mi­lia Pi­card, que dis­tri­bu­yen el vino por internet.

Yo pre­fie­ro la flo­ta es­te­lar. Ver­me to­dos los días en un si­tio pe­que­ñi­to en el que hay dos o tres mil per­so­nas con las que me pue­do to­mar una co­pa en el Ten For­ward, así me des­lo­me to­dos los días tra­ba­jan­do. A lo me­jor el Rod­den­berry no iba descaminado.

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