Es tan descabellado creer que las catástrofes naturales se deben a la voluntad de Dios como creer que la propia naturaleza tiene voluntad alguna. ¿Por qué lo primero está mal visto y lo segundo no?
Etiqueta: la estupidez humana
Señores periodistas, arreglen su profesión o perderán su empleo
Últimamente en la prensa, quiero creer que inconscientemente, se da a entender que las disensiones entre científicos en determinadas cuestiones (por poner un ejemplo reciente, sobre las bacterias que pueden vivir en amoníaco) suponen una merma de credibilidad en el método o una grieta en el edificio académico. La base de la ciencia moderna es la falsabilidad de sus teorías, y el debate científico, constante y en ocasiones vehemente, el cimiento de su validez. El trato periodístico que en ocasiones —demasiadas— se da a las noticias sobre ciencia la equipara a la política o, peor aún, al corazón, como si existiera alguna similitud entre ellas. No olvidemos que el objetivo de la retórica es convencer y el de la filosofía llegar al conocimiento. Pues eso. Encontrar una bacteria no es lo mismo que encontrar un novio, mis queridos chafarderos. Aplíquense en aprender a escribir sin faltas de ortografía y en no dar opiniones sobre ciencia. (Y sobre tantas otras cosas importantes que a buen seguro desconocen). Ah, y dejen de una santa vez de llamar La máquina de Dios al LHC.
Extractos mínimos (IX)
Boston, 2660. Científicos del MIT publican en Entertainment Weekly el descubrimiento del siglo: el homo sapiens es un animal completamente irracional cuya conciencia es un organismo parásito. Desgraciadamente, es imposible conocer la procedencia y las intenciones del ente, ya que solo es realmente consciente de sí mientras pasa de un cuerpo a otro tras la muerte del huésped. Los defensores de la reencarnación, entonces, comienzan una encarnizada guerra mundial contra los partidarios del alma, que culmina en la desaparición de la especie humana y la parasitación de los hongos que, dentro de lo que cabe, son más numerosos y pacíficos.
Atropello
Nuestro gobierno ha conseguido dos hitos históricos: el primero, poner de acuerdo —en su contra— a una buena parte del electorado pensante de izquierda y derecha; el segundo, que yo miente la política abiertamente en este blog.
Nuesto gobierno quiere aprobar una ley que constituye el mayor atropello a la libertad y los derechos fundamentales de toda la democracia, sólo superada por el frustrado golpe de estado de febrero de 1981 y la fracasada Ley Corcuera, más conocida por la Ley de la patada en la puerta.
No solo es una ley monstruosa por lo que significa, —que en la práctica cualquier web podrá ser cerrada si la comisión creada al efecto lo considera oportuno— sino por el agravio comparativo que supone primar un supuesto delito (contra la propiedad intelectual) frente a la inmensa mayoría del resto de ellos. Y digo supuesto porque las webs de enlaces, que son las supuestas víctimas de la nueva ley, hasta el día de la fecha han ganado prácticamente todos los juicios a los que se han visto sometidas.
No entro a valorar nuestras leyes de propiedad intelectual, ni el supuesto problema de las descargas, porque ya me he salido bastante de la línea editorial de mi blog. Para eso hay miles de foros más preparados y amenos. Pero a lo que no estoy dispuesto es a que pisoteen y amenacen mis libertades con el pretexto de que su industria se hunde.
Cuando todos saben que la industria realmente se hunde haciendo cosas como esta.
Y si quieren más información pueden leer esto.
Extractos mínimos (VII)
Un día montones de círculos negros poblaron los cielos de todo el mundo. Se habían ido. Fue entonces cuando descubrimos que realmente no sabíamos hacer nada, y volvió la Era de las Tinieblas.
A Douglas Adams
Manifiesto en defensa de los derechos fundamentales en Internet
Ante la inclusión en el Anteproyecto de Ley de Economía sostenible de modificaciones legislativas que afectan al libre ejercicio de las libertades de expresión, información y el derecho de acceso a la cultura a través de Internet, los periodistas, bloggers, usuarios, profesionales y creadores de internet manifestamos nuestra firme oposición al proyecto, y declaramos que…
1.- Los derechos de autor no pueden situarse por encima de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como el derecho a la privacidad, a la seguridad, a la presunción de inocencia, a la tutela judicial efectiva y a la libertad de expresión.
2.- La suspensión de derechos fundamentales es y debe seguir siendo competencia exclusiva del poder judicial. Ni un cierre sin sentencia. Este anteproyecto, en contra de lo establecido en el artículo 20.5 de la Constitución, pone en manos de un órgano no judicial ‑un organismo dependiente del ministerio de Cultura‑, la potestad de impedir a los ciudadanos españoles el acceso a cualquier página web.
3.- La nueva legislación creará inseguridad jurídica en todo el sector tecnológico español, perjudicando uno de los pocos campos de desarrollo y futuro de nuestra economía, entorpeciendo la creación de empresas, introduciendo trabas a la libre competencia y ralentizando su proyección internacional.
4.- La nueva legislación propuesta amenaza a los nuevos creadores y entorpece la creación cultural. Con Internet y los sucesivos avances tecnológicos se ha democratizado extraordinariamente la creación y emisión de contenidos de todo tipo, que ya no provienen prevalentemente de las industrias culturales tradicionales, sino de multitud de fuentes diferentes.
5.- Los autores, como todos los trabajadores, tienen derecho a vivir de su trabajo con nuevas ideas creativas, modelos de negocio y actividades asociadas a sus creaciones. Intentar sostener con cambios legislativos a una industria obsoleta que no sabe adaptarse a este nuevo entorno no es ni justo ni realista. Si su modelo de negocio se basaba en el control de las copias de las obras y en Internet no es posible sin vulnerar derechos fundamentales, deberían buscar otro modelo.
6.- Consideramos que las industrias culturales necesitan para sobrevivir alternativas modernas, eficaces, creíbles y asequibles y que se adecuen a los nuevos usos sociales, en lugar de limitaciones tan desproporcionadas como ineficaces para el fin que dicen perseguir.
7.- Internet debe funcionar de forma libre y sin interferencias políticas auspiciadas por sectores que pretenden perpetuar obsoletos modelos de negocio e imposibilitar que el saber humano siga siendo libre.
8.- Exigimos que el Gobierno garantice por ley la neutralidad de la Red en España, ante cualquier presión que pueda producirse, como marco para el desarrollo de una economía sostenible y realista de cara al futuro.
9.- Proponemos una verdadera reforma del derecho de propiedad intelectual orientada a su fin: devolver a la sociedad el conocimiento, promover el dominio público y limitar los abusos de las entidades gestoras.
10.- En democracia las leyes y sus modificaciones deben aprobarse tras el oportuno debate público y habiendo consultado previamente a todas las partes implicadas. No es de recibo que se realicen cambios legislativos que afectan a derechos fundamentales en una ley no orgánica y que versa sobre otra materia.
Este manifiesto, elaborado de forma conjunta por varios autores, es de todos y de ninguno. Si quieres sumarte a él, difúndelo por Internet.
Dos mil docenas
Ni siquiera los que han estudiado el calendario maya ése se ponen de acuerdo sobre cuándo termina o deja de terminar y en qué año. Y estrenan una película y ya hay gente que está acojonada porque en 2012 se acaba el mundo. Y otros que levantan una ceja mientras hablan de Nostradamus y de los mayas y de sus castas.
Dos mil docenas de gilipollas.
Extractos mínimos (VI)
Arovac volvió a bajar otra vez para convencerse. Estuvo varios meses en su piso alquilado de París. Le gustaba París porque tenía un poco de todo, y un poco más de naturaleza, aunque fuera un poco caro. El dinero no era importante pero le parecían un poco inmorales aquellos precios, conociendo como conocía a la raza.
Les había tomado cariño, con el tiempo. Pese a su brutalidad, a su avaricia. Había conocido ejemplares brillantes, con los que apenas se había aburrido. Pero se le acababa el tiempo y no era posible recuperarlo. Se había interrumpido el programa lunar hacía más de un cuarto de siglo y la siguiente visita no estaba prevista para antes de diez años. No podía intervenir, pero se resistía a creer que la raza entera tiraba la toalla, ahora que los rasgados habían tomado partido.
Sus órdenes eran estrictas. Muchos sistemas que observar y muy pocos observadores. Llevaba más de treinta años en la investigación y los resultados eran bastante decepcionantes. «Sistema cerrado para contacto; civilización embrionaria. Suspender observación y contacto indefinidamente.» Arovac subió y se despidió silencioso del azul, preguntándose lo que habría ocurrido si aquel Apolo 18 hubiera despegado. Pasarían milenios antes de volver.
Saramago y la Luna
Cuando buscaba referencias para la entrada que llamé Paparruchas, encontré este artículo de Carlos López Díaz, en mi humilde opinión lleno de sentido común, que coincide en parte con el contenido de mi post sobre Dragó. Se extiende sobre otras historias y apunta un artículo de José Saramago en El País, titulado Luna.
Tengo que reconocer que Saramago me cae bien, pese a que casi todas las cosas que dice –al margen de la literatura, claro– me parecen tonterías bastante solemnes. Quizá sea esa imagen que ofrece de buen hombre, bien intencionado y mal aconsejado, la que influye en mi ánimo cuando le oigo desbarrar sobre cualquier tema que desconoce de manera íntima, y me vuelve condescendiente. Lo contrario que con la mayoría de los periodistas especializados.
Aprovecho esta nueva oportunidad para abundar en mi profundo desprecio por la actitud de muchos intelectuales, que se jactan de desconocer y abominar de la tecnología y la Ciencia. Verdaderos analfabetos funcionales en la mitad de la sabiduría de nuestra sociedad, que no por eso dejan de opinar sobre temas científicos, como la energía y el medio ambiente. Y digo esto sin segundas.
En un artículo bellamente redactado, y tras flirtear –como tantos otros– con la veracidad de la llegada del Hombre a la Luna, Saramago, lleno de esa desasosegante saudade, escribe:
[…] llego a la desoladora conclusión de que al final ningún gran paso para la humanidad fue dado y que nuestro futuro no está en las estrellas, sino siempre y sólo en la Tierra en que asentamos los pies. Como ya decía en la primera de esas crónicas: ‘No perdamos nosotros la Tierra, que todavía será la única manera de no perder la Luna’ »
No puedo estar más en desacuerdo. La exploración, el descubrimiento, la conquista de lo desconocido son los motores que han llevado a la humanidad a su más alto grado de civilización. Lo contrario es puro conservadurismo. Es miedo a lo inexplorado, es la semilla del provincianismo más obtuso.
No perdamos nosotros la Luna, que todavía será la única manera de no perder la Tierra.
¿Falsa alarma?
Según los muchachos de Airlock Alpha, no parece ahora tan probable que haya en vistas una película sobre la BSG de Larson, o al menos no dirigida por Bryan Singer. Ole los cronistas bien informados. Parece ser que lo que hay en mente es un remake de Excalibur. Pondría otra vez el grito en el cielo, pero es tarde y no tengo ganas. Me ha aliviado mucho lo de Galactica.
Ahora, los pelos blancos de John Boorman se le han tenido que poner como escarpias, al pobre.
Espoilerazo
En vista de lo dicho en el post anterior, yo desde aquí me apuesto una cena a que la historia de Singer será la siguiente:
A partir de aquí, la película, o bien éste es el epílogo que la explica. En fin, que yo me apuesto una cena a que ésto es lo que hace Bryan Singer. Y si no, pues nada. Pero aquí queda el post, para la post eridad.
Resulta cómico ver cómo una persona de la talla de Glen A. Larson ‑que por otra parte ha sido un excelente y prolífico productor- no se resigna a que alguien haya usado una buena idea suya, que después se convirtió en una basura para niños, para hacer realidad una de las mejores series de la historia de la televisión. Sin él, claro. El riesgo de ridículo para Singer (Larson ya lo ha hecho) es bastante alto, y su trayectoria descendente tras X2 no promete lo mejor.
Ronald D. Moore se ha revelado, en sus más de veinte años como escritor de series y películas, como uno de los más sólidos creadores de personajes y universos, haciendo series creíbles y maduras donde antaño se hacían fantasías para friquis. Los veinte años de Singer se han traducido en nueve películas con irregular éxito.
El principio del post quizá sea un poco exagerado. Pero se me antoja una empresa condenadamente difícil llegar siquiera a acercarse a la calidad que Moore ha conseguido con su visión de Galactica. Y eso que Singer es un buen director.
A no ser, claro, que el guión lo haga quien ustedes y yo sabemos.
Paparruchas
Antes de nada, quede claro que en este blog no hablaré de política. Si acaso haré referencia a ella por necesidades del guión. Tampoco haré referencias a ideología alguna, primero porque no es asunto de este espacio, y segundo porque el mismo concepto está tan deteriorado que ya me repugna.
Cierto que en este cuaderno soy bastante menos moderado que en mi vida diaria, pero créanme si les digo que soy (o lo intento) escrupulosamente respetuoso con las opiniones de los demás. Hasta aquí bien. Obviamente si la opinión está razonada. Obviamente si el tema en cuestión es opinable.
Pues entonces, queda claro que respeto mucho el afán de don Fernando Sánchez Dragó de contarnos su disoluta, revolucionaria, festiva vida. Me da igual que su propio y recalcitrante extremismo le haya catapultado de la revolución socialista a la adoración a Ayn Rand.
Me da igual que este hombre podrido por la gusanera de la ancianidad (cito sus propias palabras) pretenda rodearse de un espeso halo de cultura, sólo por estar muy viejo, muy leído y muy viajado. Una de las principales características de la intelectualidad casposa, bohemia y demodé es despreciar la formación científica y técnica a la hora de etiquetar de intelectual a un individuo. Basta con citar a Rimbaud o decir que se conoce la obra de Boulez para que la barbilla se te levante automáticamente y te crezca en la mano un libro de cualquier autor de lengua no española.
Tampoco me importa que el intelectual Sánchez Dragó tuviera un ultradesarrollado sentido de la vista, allá por el sesenta y nueve, que le permitiera, con la sola contemplación de las transmisiones televisivas de la llegada a la luna, colegir que aquello era una farsa.
Puedo pasar por el hecho de que, igual que tantos otros, esté tan soberbiamente seguro de la futilidad y estupidez de la investigación espacial, dólar allí, dólar acá.
Lo que no puedo tolerar es que niegue un hecho histórico y científico indiscutible y demostrado hasta la saciedad, aprovechándose de una posición de autoridad que su condición de escritor le ha otorgado. Y menos aún que además se burle de aquellos que sencillamente conocen y aceptan la realidad de los hechos. Que cuatro iluminados inunden los mentideros denunciando conspiraciones no tiene importancia. Que lo haga un personaje público del ámbito de la cultura debería ser delito.
Le deseo al señor Sánchez la vida suficiente para subirse al primer vuelo de Virgin Galactic, y descubrir desde la altura que la Tierra, para su sorpresa, no es plana.
Creadores de opinión
Es terrorífico comprobarlo, pero si se pregunta a alguien por el trato que la prensa da a los temas relacionados con su profesión, la respuesta más suave que se obtiene es «poco riguroso». Sinceramente y sin exageraciones, es cotidiano ver a algún amigo o conocido llevarse las manos a la cabeza leyendo artículos periodísticos escritos de cualquier manera, faltando a la verdad, omitiendo datos fundamentales o confundiendo términos, métodos, nombres o conceptos. Y sólo estoy hablando de datos objetivos, que puede comprobar cualquier persona con suma facilidad (con mucha más facilidad que cuando existía el rigor periodístico), no entro en temas subjetivos, ni por supuesto políticos.
La ciencia, en cualquiera de sus facetas, es la mayor damnificada.
El problema de esta actitud, que comparten ‑sin atisbo alguno de vergüenza- todos y cada uno de los medios escritos y audiovisuales de nuestro país, es que realmente crean opinión, usando información errónea y confundiendo, induciendo a errores, a veces graves, a grandes sectores de la sociedad, que depositan su confianza en la información que reciben de los medios tradicionalmente serios.
Hace unos días escuchaba la radio en el coche cuando el programa «Julia en la onda», de Julia Otero, aglutinó la mayor cantidad de barbaridades por minuto que yo había escuchado desde hacía tiempo. La primera, un clásico. Internet es un invento militar. Antón Reixa dixit. Y los ordenadores también, hombre. Lea usted sobre lo que dice. Para ser un intelectual, no sólo hay que parecerlo.
También dijo que no entendía para qué habíamos ido a la luna, el lumbreras. Con la de cosas que hacen falta aquí. Otro clásico.
Lamentablemente la presentadora después conectó con Jesús Hermida, excelso narrador para TVE del evento más importante de la historia de la Humanidad, que ocurrió el 20 de julio de 1969. Entre chanzas llegaban a la conclusión de lo poco que había aportado la carrera espacial a la humanidad, con los 25.000 millones de dólares que se habían invertido.
Los estudios realizados al respecto indican que por cada dólar invertido en la investigación espacial, se han recuperado entre 7 y 20. Además del kevlar, el velcro, el teflón, los dodotis, los alimentos liofilizados, sin hablar de los avances puramente científicos que las misiones Apolo consiguieron. Un puñado de rocas sin valor, era el resumen de lo conseguido, según los tertulianos. Apagué la radio.
En un país en el que los únicos periodistas especializados son los deportivos y los taurinos, sigue habiendo editores y directivos que se quejan de la decadencia de los medios tradicionales.
Pues vale.
¿El doctor qué?
En el blog del quejica no podía faltar una referencia a Doctor Who —quizá la serie de ciencia ficción más conocida del mundo tras Star Trek, y seguro que la más longeva— y al tratamiento que se le ha dado en nuestro país.
En España la primera temporada de la serie de 2005 (ni hablar de la posibilidad remota de rescatar, doblar o subtitular la de 1963) se emitió hace dos años y medio en la cadena de pago people+arts con un pésimo doblaje, en formato 4:3, sin pena ni gloria. Hay que decir que la temática del canal viene a ser como la de Cosmopolitan, así que como si no se hubiera emitido. Aunque yo la viera. Hay que destacar que el año pasado fue rescatada por SciFi España, con nuevo doblaje (ni que decir tiene que yo ya la había visto completa en inglés, claro) y que, fiel a su política de emitir los programas mal y tarde, no sé a qué espera a programar el resto, coño, que en el Reino Unido se ha acabado de emitir la cuarta temporada. (más…)
El final
Hablar del final de Battlestar Galactica es hablar de muchas cosas. En primer lugar, es hablar del final de una de las mejores series de la historia. Si viviera en los EEUU, eso sería todo. Como vivo en España, un país donde el deporte nacional es descojonarse del prójimo, hasta es más divertido escribir sobre las circunstancias que rodean la emisión que sobre la propia serie.
Como muchos ya sabréis, los últimos diez episodios de Galactica (segunda parte de la cuarta temporada, interrumpida por la huelga de guionistas) terminaron de emitirse en Estados Unidos el pasado 22 de marzo. En España la primera parte de la temporada se vio de octubre a diciembre de 2008, mes en el que salió a la venta el pack DVD con los diez capítulos y «Razor», la película que hace de puente con la tercera temporada.
Desde diciembre, pues, en SciFi España no ha habido noticia alguna sobre la emisión del resto de la serie. Bueno, sí. Han puesto los diez primeros capítulos otra vez. Acabada la reposición, nada. Ni una noticia en la página web. Nada de nada.
SciFi España está gastando su (ya escaso) tiempo y el de sus espectadores en series que en USA llevan ya tiempo canceladas. Hasta están organizando una Gira del Coche Fantástico. Dios. (más…)